Lo que empezó como una promesa de renovación en Durán ha derivado en un profundo desgaste para su alcalde, Luis Chonillo. A pocos meses de su gestión, el edil ya enfrentó un intento de atentado, y no ha sido el único —varios integrantes de su equipo municipal también han recibido amenazas—. Pero actualmente, la sombra que lo acorrala proviene de la Fiscalía y del descontento popular.

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Analistas en comunicación política coinciden en que su imagen —ya afectada— se ha deteriorado aún más. Carlos Salvador sentencia que el daño “es claramente mayor” y augura que la situación empeorará a medida que avance la investigación

El 30 de junio, la Fiscalía abrió un proceso en su contra tras incluir su nombre en el juicio a Julio Martínez, alias “Negro Tulio”, presunto líder de la banda “Chone Killers”. Adicionalmente, ordenó auditorías especiales al Municipio de Durán, al Registro de la Propiedad y al Cuerpo de Bomberos

Para Giuseppe Cabrera, analista político, el panorama es sombrío: “políticamente, ya no da para más”. Añade que Chonillo ha sido un alcalde ausente, sin justificar por qué afirma estar en riesgo de vida. “¿A quién le debe algo? ¿Por qué alguien lo amenaza?”, se pregunta

La politóloga Andrea Endara señala que su lejanía ha generado una sensación de desconexión: sin una presencia visible ni explicación alguna, la gente solamente percibe su ausencia

Esa percepción impacta su imagen, especialmente por las acusaciones que lo vinculan indirectamente con una estructura calificada como terrorista y por sospechas de favores y contratos municipales a cambio de financiamiento

Una encuesta realizada por CB Opinión Pública entre el 14 y 20 de junio lo ubica como el segundo alcalde peor evaluado, con apenas un 14,5 % de imagen positiva y 46,4 % de desconocimiento sobre su labor

Además, su prolongada ausencia —cerca de un año sin ejercer funciones presencialmente— pone en evidencia la carencia de mecanismos de gestión a distancia, lo que, según Cabrera, debería ser motivo de remoción

Con escaso respaldo político, su coalición —formada por seis organizaciones— se deslegitima sin su liderazgo, lo que evidencia la fragilidad de estructuras dependientes de figuras mesiánicas .

En resumen, el desgaste de Chonillo no es solo judicial. Es político y social: su imagen está herida, su legitimidad debilitada y su futuro en la Alcaldía, altamente incierto. Solo la Fiscalía podrá definir si estos indicios son suficientes para ratificar su caída.

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