El mundo debe estar preparado para abandonar el placer carnal y disfrutar de las experiencias sexuales con robots y realidades aumentadas.

Mo Gawdat, quien fue director comercial en Google X, lo tiene clarísimo: “El sexo ocurre en el cerebro, al final del día. La parte física no es tan difícil de simular”.

Afirmó, en un diálogo para el podcast ‘Impact Theory’, que la realidad virtual y aumentada pronto harán posible que las personas experimenten simulaciones sexuales que serán indistinguibles de la realidad. Es decir, no será necesario rogarle a tu pareja o ‘vacile’ por ‘cuerpeo’. Hasta el popular ‘manuelazo’ peligra.

Gawdat dijo también que innovaciones como el desarrollador biotecnológico Neuralink, que conecta la tecnología directamente con el sistema nervioso, podrían hacer innecesario tener parejas humanas.

Si la tecnología permite experimentar lo mismo que una pareja humana hace sentir, “¿para qué necesitarías a otra persona en primer lugar?”, reflexiona el empresario egipcio.

Sexo con robots

Para Gawdat, la idea de mantener relaciones sexuales con robots físicos frente a participar en experiencias sexuales virtuales impulsadas por la inteligencia artificial (IA) persigue el mismo fin y serán adoptadas en el futuro.

“Si podemos convencerte de que este robot sexual está vivo o que la experiencia sexual en un casco de realidad virtual o un casco de realidad aumentada está viva, es real, entonces ahí lo tienes”, afirma.

La penetración de la IA en la sociedad está generando que cada vez haya más personas que se sientan atraídas por robots: “Los robots y los chatbots pueden tener un alto contenido erótico y pueden ser muy personalizables a los gustos y fantasías de sus consumidores. Son fantasías a la carta y también tienen el aliciente de que realmente son unidireccionales, pues solo se centran en el placer del consumidor”, explicó Ana Lombardía, psicóloga española especializada en terapia sexual y de pareja.

La experta dice que la preocupación que tienen las personas por ser reemplazados en sus puestos de trabajo por la inteligencia artificial, debe también abarcar el sexo. “Las máquinas están cada vez más integradas dentro de nuestra sexualidad y forman parte de ella en muchas ocasiones”.

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