Hace más de tres décadas, Maria Cuccia asegura haber vivido el momento más dramático de su vida. No fue un accidente ni una pérdida común. Según su relato, fue abducida por una nave alienígena y, en un hecho aún más desconcertante, embarazada por una entidad extraterrestre. Hoy, a sus 64 años, esta mujer oriunda de Long Island, Nueva York, no solo defiende su experiencia, sino que la ha convertido en el eje de su vida: ha escrito libros y hasta canciones inspiradas en ese episodio que, según dice, cambió su existencia para siempre.

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El suceso ocurrió en 1992, pero según Cuccia, sus consecuencias siguen vigentes. Su historia, relatada en el medio británico Daily Mail, forma parte de un fenómeno más amplio: el de miles —quizás millones— de personas que afirman haber tenido contacto con seres de otros mundos. Pero lo de Maria tiene un componente único y profundamente personal.

La noche en que todo cambió

Maria recuerda que estaba dormida cuando una luz brillante en su ventana la despertó. No sintió miedo, sino una extraña atracción que la llevó a acercarse. De pronto, según dice, una energía invisible se apoderó de su cuerpo y la hizo levitar. Cuando recobró la conciencia, estaba dentro de una nave, rodeada por seres altos cuya apariencia no puede describir con claridad.

“Me ordenaron mirar por una gran ventana de cristal. Vi una especie de salón con muchos niños”, relató Maria. Pero lo que vino después es lo que la dejó marcada para siempre. Un haz de luz iluminó a un niño de unos ocho años. El pequeño la saludó con la mano. Cuccia, sorprendida, preguntó si se trataba de su hijo. “Este es su hijo, y lo llamamos Elijah”, respondieron los alienígenas, según su testimonio.

Una pérdida inexplicable

Ocho años antes de aquella experiencia, Maria había sufrido un aborto espontáneo. Estaba embarazada de su segundo hijo y, aunque los médicos aseguraban que todo iba bien, de un día para otro, el embarazo terminó abruptamente. Lo más inquietante: al realizar el procedimiento para extraer los restos del embarazo, no se encontró ningún feto.

Para muchos, ese episodio podría haber quedado como una dolorosa anécdota médica. Para Maria, sin embargo, fue el comienzo de algo mucho más grande. Asegura que aquel bebé fue intervenido por los extraterrestres y retirado de su vientre para ser gestado artificialmente. Elijah, el niño que vio en la nave, sería ese mismo hijo perdido, criado fuera del planeta.

Cuando volvió a su cama, Maria le contó todo a su esposo. Él, escéptico, le respondió que solo había tenido una pesadilla. Pero para ella, lo que vivió fue absolutamente real. Lo recuerda con claridad, con detalles, con emoción. “No fue un sueño. Sé lo que vi. Sé lo que sentí”, ha repetido en entrevistas y conferencias.

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