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Adriana Bazurto, mujer intersexual, es activista y virreina trans de Quito.Karina Defas / EXTRA

La lucha de Adriana Bazurto: Mujer intersexual, y a mucha honra

La joven, de 25 años, cuenta su historia: desde que nació, cómo enfrentó a la sociedad y cómo ha logrado salir adelante. Su familia la apoya.

Su sueño se hacía realidad... Adriana Bazurto estaba allí, sobre el escenario, frente a la otra concursante, su rival, en la elección Reina Trans de Quito 2019. Le temblaban las piernas, pero por dentro sentía una “inmensa emoción”. Quería escuchar su nombre. Ser la ganadora. ¿Lo logró?

Esta es la historia de Adriana, quien por cierto no es una persona trans, sino una mujer intersexual. Y está orgullosa de ello... Cuando nació, hace 25 años, los médicos explicaron a sus padres sobre su condición. Entonces se tomó la decisión de tratarla como a un niño. Un sexo que ella sentía que no le pertenecía. Aun así, fue educada de una manera, dice, muy bonita. En una familia humilde, sencilla y respetuosa.

Al cumplir los 3 años, su madre, Tania, debió dejarlas –a ella y a su hermana– con su abuela, Anita Lara, para ir a trabajar. Creció, entonces, aprendiendo “valores importantes” que luego la ayudarían a comprender que: “A pesar de que mi vida no iba a ser nada fácil, tenía que seguir”.

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Más tarde, su mamá regresó a buscarlas. Ellas se pusieron felices porque iban a pasar tiempo juntas, pero Tania seguía “trabajando demasiado”. Salía a las 5 de la mañana y llegaba a las 10 de la noche. Adriana no sabe cómo, pero su comida siempre estaba hecha. Y se lo agradece.

Con los años, Adriana fue desarrollando su cuerpo, y su hermana también. Pero... “los cambios que yo debía haber tenido no eran iguales que los de cualquier niño normal”, asegura. Dice que le dolían los senos, su voz no era gruesa, sus rasgos eran distintos... estaba confundida. No sabía quién era. Quería encajar, pero era complicado. Si ella hubiera tenido la información sobre la intersexualidad se hubiera podido evitar “cosas que no estaban bien”.

Un giro

Sus 14 años fueron decisivos y muy importantes en su vida. Consiguió el cambio de nombre en su cédula. Su madre se informó sobre su intersexualidad y le brindó su apoyo. “Con mi mejor amiga a mi lado –dijo – puedo empezar a trabajar”. Y así lo hizo. Comenzó en un chifa y luego pasó a un restaurante familiar, donde aún trabaja. Pero, a pesar del apoyo de su mamá, había ocasiones en las que ella solo necesitaba ir a su habitación y llorar. O dialogar consigo misma. Todavía se sentía confundida.

“Me preguntaba si había alguien más como yo”. Fue ese un impulso para investigar e involucrarse con chicas trans. Buscó identificarse como una de ellas. Pero era diferente. Y no lo hizo. Aunque, sí le gustaba escuchar sus historias. Tanto que ellas llegaron a apreciarla. Con sus estudios, y con ayuda de médicos, supo que ella era “anatómicamente masculino, pero sin testículos. Con ovarios y útero prematuros”.

Activismo

Ella recuerda algo que le dijo un activista LGBTI (lesbianas, gais, bisexuales, transexuales intersexuales): “Lo más bonito de una persona es poder leer”. Y empezó a instruirse, a conocer más sobre la comunidad: “hay mucho por trabajar –asegura– porque “Ecuador es un país muy conservador... y por eso entendí que a veces era mejor pasar desapercibida de la gente”, dice.

—¿Cree eso ahora?, le preguntamos.

—“Antes sí, daba miedo. Ahora, soy así y me muestro tal y como soy”, responde.

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Para todo esto, su mamá ya le había instruido. “Eres una chica normal y debes actuar como tal”, le dijo. Y le enseñó cómo sentarse, que no fuera tosca al moverse, etc.

A los concursos

Pronto empezó los reinados. Participó en el Miss Ecuador Trans 2016. Y aunque no ganó, de ese concurso le quedó una valiosa lección: “Conocí el tema de los polímeros, desde esa noche decidí que las cirugías para mí no van, porque atrofias tu cuerpo (...) y entendí que no hay belleza más bonita que la belleza natural”. Y tiene cinco coronas.

Se acuerda del concurso Reina Trans de Quito 2019. Cuando estaba sosteniendo la mano de su rival, lamentablemente no escuchó su nombre. No importó. Fue electa como virreina trans luciendo un vestido que muy bien lo sabe presumir: “Similar al de Catriona Gray (reina de belleza australiana)”, dice. “He desempeñado mis labores como virreina... ahora voy a cerrar mi año con la organización Kimirina en un proyecto para recolectar fondos para ayudar a los niños huérfanos”.

Así, de un reinado a otro conoció Guayaquil, aprendió, participó... y aunque no ha conseguido el primer lugar, dice, ha adquirido experiencia y, sobre todo, conocimiento. Ha sido invitada a muchos eventos, uno de ellos, destaca, la exposición en un foro internacional para la Policía. Y quienes la escuchan siempre la admiran. Así como su novio, Luis, quien la mira con dulzura. Ambos se van juntos, cogidos de la mano de un centro comercial quiteño, y ella con el anhelo de algún día ser madre.

Rectificación

Este Diario publicó el 13 de noviembre de 2019, en su portada y en las páginas 2 y 3, un reportaje sobre Adriana Bazurto. Se la identificó como una persona hermafrodita, lo cual es un error. Además, se dijo en la primera página que era 80% mujer y 20% hombre, cuando ella mencionó que tenía el 80% de hormonas femeninas. Ella es una mujer intersexual.

Para esta entrevista ella explica tres tipos conocidos:

1. Cuando es anatómicamente mujer, tiene vagina y testículos altos, pero no tiene ovarios ni útero.

2. Cuando es anatómicamente masculino, tiene ovarios y útero prematuros, pero sin testículos.

3. El ambiguo: cuando tiene pene y vagina a la vez.

Con esta publicación se cumple con el artículo 23 de la Ley Orgánica de Comunicación que garantiza el derecho a la rectificación, solicitada por Adriana Bazurto, a quien le pedimos disculpas públicas.