En un supermercado de Sudáfrica, una guardia de seguridad le pidió a una mujer que se ponga la mascarilla, sin imaginar la insólita reacción de la clienta.

La señora se metió la mano debajo de su vestido y se quitó la ropa interior, ante la sorpresa de los que estaban presentes. La encargada de seguridad le había pedido utilizar un cubrebocas, o no podría ser atendida e, incluso, podía ser retirada del establecimiento.

Tras colocarse su improvisado cubrebocas, la mujer volteó a ver a la guardia de seguridad, alzó su pulgar y dijo: “¿feliz?”, en un tono molesto.

“Bueno, personalmente lo encuentro aceptable, es una máscara. Francamente creo que las bacterias de tus bragas son menores que las de la máscara. Bien hecho. Brillante”, dijo otra señora que se encontraba en la fila del supermercado.

Según información del Daily Mail, en diciembre de 2020, el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa enfatizó que no usar una mascarilla en público era un delito.