“Exalcalde de Guayaquil 2000-2019. Ecuatoriano”. Murió la flor, como se dice en el argot popular. Así de simple es la presentación de Jaime Nebot Saadi en su cuenta personal de la red social Twitter.

Pendiente queda el ‘Presidente de la República’, un cargo al que postuló dos veces en su vida: en 1992, en que perdió ante Sixto Durán-Ballén, y en 1996, cuando ante todo pronóstico lo venció en las urnas Abdalá Bucaram.

La decisión del también exgobernador del Guayas durante el gobierno de su amigo y, para muchos mentor, León Febres Cordero, anunciada por otra red social, Facebook, sorprendió a todos, alegró a muchos y entristeció a otro gran porcentaje de la población.

“Es público que en este momento encabezo todas las encuestas serias, pero he resuelto no ser candidato a la Presidencia de la República, ni volver a hacerlo a ninguna dignidad electoral, y lo que es más: tampoco volver a desempeñar cargo público alguno”. Contundente y claro.

Pero las reacciones de sus adversarios políticos, sus críticos, sus seguidores y sus coidearios no se hicieron esperar. Lo hicieron por escrito y hasta por memes.

Uno de los primeros fue el precandidato presidencial Guillermo Lasso, quien en un tuit calificó a Nebot como “un indiscutible líder político del país” y resaltó: “ Honor a quien honor merece”.

De su parte, recordando su famosa frase el expresidente Abdalá Bucaram tuiteó: “¿Y ahora? ¿Y ahora? ¿Y ahoraaaaa? Yo no tengo nada contra el Ab. Jaime Nebot, yo he perdonado el daño que me hizo y no tengo el menor rencor, para mí el pasado está muerto. Pero sí debo decir que la decisión de Jaime es una decisión inteligente. Ya no tengo que pensar en candidatura”.

La alcaldesa Cynthia Viteri resaltó “su legado” y “su gestión como administrador público y como actor privado”.

Otros socialcristianos como Henry Cucalón, Cristina Reyes y Vicente Taiano se sumaron al lamento de perder al candidato y resaltaron el planteamiento de realizar una consulta popular para, como señaló Nebot, acabar con “la estructura económica, jurídica y administrativa perversa que mantiene secuestrada” a la “prosperidad colectiva” del país. (VTL)