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"En la necesidad uno se llena de iniciativa": padres que crían con ingenio y amor
Cuatro hombres ecuatorianos cuentan cómo eligieron criar con amor, esfuerzo y compromiso
En Ecuador, donde aún pesa la idea de que ser padre es solo “proveer”, hay quienes desafían ese estereotipo con acciones concretas. No buscan aplausos ni reconocimiento, pero han elegido criar desde el amor, la fe y la presencia real. Este especial recoge las historias de cuatro hombres que transformaron su vida, y la de sus hijos, al asumir con entrega el rol de ser papá.
Papá de corazón: el amor que no necesita sangre
Marco Sevellano, de 32 años, dice que es “papá de corazón”. Cuando se casó con May, ella ya tenía dos hijos: Danielita y Mateo. “Prácticamente fue un 2x1, me casé y ya era papá”, dice con una mezcla de humor y ternura. Aunque no estuvo en sus primeros pasos, algo cambió dentro de él desde que los conoció. “No se necesita compartir la sangre para sentir un amor tan profundo”.
Ese amor, que nació de la fe, también trajo miedo, pero Marco decidió confiar: “Yo tenía miedo, no lo voy a negar… Pero confié en Dios. Él me ha preparado”. Hoy, mientras espera a su primer hijo biológico, reconoce que fueron los niños quienes le enseñaron a ser padre. “Sé cuidar, sé amar, sé proteger. Y todo eso lo aprendí gracias a Dios y a ellos”.
A miles de kilómetros, pero siempre presente
La historia de Galo Larco, de 56 años, habla de estar incluso cuando no se puede. Es militar y padre de dos hijas. En 2007 viajó como observador de la ONU a Liberia. Estuvo un año fuera, mientras su esposa y sus niñas, entonces de 7 y 4 años, lo esperaban. “Tenía que proveer, dar lo necesario. No todo, pero sí lo justo, y para eso tocaba irse”.
La distancia dolió: cumpleaños ausentes, actos escolares sin él, fotos con un espacio vacío. Pero Galo nunca se fue del todo. Vendió una colección personal para comprar camas, construyó juguetes con madera reciclada y dejó enseñanzas que hoy sirven. Sus hijas, ahora adultas y profesionales, reflejan la disciplina, la creatividad y la entereza que él sembró. “En la necesidad es cuando uno se llena de iniciativa, de imaginación, para hacer algo distinto... Algo que les sirva para después”.

Criar desde la soledad y el trabajo en casa
También hay quienes crían en silencio, como José Antonio Barreto, de 49 años. Su historia comienza en Bahía de Caráquez, pero lo llevó a Guayaquil buscando una mejor vida. Fue padre a los 21, y años después, cuando su esposa lo abandonó, quedó solo con sus tres hijos. “Me tocó quedarme con mis hijos, dejar la compañía donde trabajaba y poner un taller en casa… Trabajar para ellos desde aquí”. Mientras entregaba pedidos, a veces los llevaba consigo; otras, debía dejarlos solos. Eso generó denuncias por parte de sus vecinos. Lo investigaron hasta verificar que no era negligencia, sino parte de la necesidad.
Hoy, sus hijos son adultos: uno trabaja la madera con él, otro es contador, y su hija menor estudia Medicina Forense. Juntos construyen una casa familiar. “El Día del Padre me recuerda lo afortunado que soy de tener a mis hijos”, dice.
Aprender a ser papá en medio del caos
Finalmente, está la historia de Luis Hermida, de 31 años, que vivió su primer día como papá en julio de 2020, en plena pandemia. Solo, en una habitación de hospital, con un recién nacido en brazos y muchas dudas encima. “Nunca en mi vida había cambiado un pañal. Y ahí lo hice, como si siempre hubiera sabido hacerlo”. Así llegó Gianluca a su vida, y con él, el cambio. Poco después, su actual pareja le presentó a Mar Amelia, su hija. Al poco tiempo, lo llamó “papá”. Su corazón hoy se divide en dos y también su sueño con las madrugadas y las preocupaciones escolares. “Ellos me han hecho mejor… más fuerte, más responsable, más humano”.
Estos padres no solo están. Han decidido criar desde el esfuerzo y la voluntad diaria de dar lo mejor. Porque, aunque no siempre se diga, criar también es un acto de valentía.