Joffre Andrango dejó la tristeza a un lado para contar los divertidos partidos de fútbol que disputaba con su hermano Óscar, el agente metropolitano de control asesinado el pasado martes de dos puñaladas durante un operativo.

Ayer se realizó el velorio en una funeraria del sur de Quito. El féretro fue ubicado en el centro del lugar, rodeado de flores y fotografías. Afuera, el pariente de la víctima narró que desde niños fueron muy unidos. “Cuando teníamos 7 y 8 años ayudábamos a nuestros padres a construir la casa, cargando los bloques”, dijo.

La familia hizo su vida en el sur de la ciudad. Vivieron en un inmueble modesto. Óscar y Joffre crecieron y vino un tercer hermano.

Con los años, la víctima mostró su interés por ingresar a la Agencia Metropolitana de Control (AMC) donde estuvo 10 años. Lo hizo porque luego del trabajo pasaría más tiempo con su familia, algo que no sucedería si ingresaba a la Policía o al Ejército, detalló el pariente.

Se ganó amigos y el respeto de sus superiores. “Siempre le gustaba estar al frente de todo. Por eso considero que sucedió esta desgracia a mi hermano”.

En ese momento, el llanto cortaba el relato de Joffre porque recordó la rudeza con la que un hombre acuchilló al uniformado. Sucedió mientras retiraban a vendedores informales en la estación del Trole El Recreo.

Luego de la agresión, el implicado fue detenido y ahora está con prisión preventiva por el delito de homicidio. “Lo que queremos es que no lo suelten”, exigió Piedad Andrango, tía de Óscar.

Ella lo recordó como una persona muy alegre y responsable de su pequeña hija, de 10 años. Siempre conversaban a través de mensajes de texto y se daban ánimos mutuamente.

“Hace poco falleció mi madre y él me dio fortaleza para que salgamos de esa tristeza tan grande”, dijo horas antes del sepelio que estaba previsto para la tarde de ayer.