Hace doce años, durante una visita pastoral a Quito, Guayaquil y otras localidades del país, Robert Prevost (hoy papa León XIV) dejó una impresión profunda entre los miembros de la Orden de San Agustín en Ecuador. En aquel entonces, se desempeñaba como Prior General de los agustinos y centró su mensaje en los valores fundamentales de la congregación: “Vivir juntos en armonía, con una sola mente y un solo corazón en el camino hacia Dios”.

“Es muy fraterno, muy abierto al diálogo”, recordó el padre Wilson Malavé, quien compartió con él durante su paso por la parroquia de San Agustín, ubicada en el centro de Guayaquil. “Robert oró con nosotros y también realizó algunas actividades deportivas, como una familia”, narró en diálogo con EXTRA.

Durante su estadía, Prevost también se involucró en la obra social de la parroquia, que en ese entonces daba sus primeros pasos. “Nuestra iniciativa comenzaba con la entrega de ochenta raciones de comida para personas en situación de calle. Robert nos dio su bendición”, rememoró Malavé. Hoy esa labor alcanza las 800 viandas diarias.

El padre también destacó la formación académica del pontífice, quien estudió Matemáticas, obtuvo una maestría en Divinidad y un doctorado con mención magna cum laude (con grandes honores). “Para nosotros, el estudio no es solo un título, sino un servicio. El que sabe, debe ayudar a quien no sabe”, subrayó, en línea con la doctrina agustiniana.

Finalmente, Malavé expresó un deseo que acompaña a muchos creyentes en esta nueva etapa del papado. “Espero que la iluminación de Dios lo guíe en su trabajo y que su mensaje toque el corazón de las personas, para construir sociedades más justas y solidarias en todo el mundo”.

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Su primera misa

El recién elegido papa León XIV ofició ayer su primera misa como pontífice en la Capilla Sixtina, acompañado por los cardenales que participaron en el cónclave. Durante la homilía, expresó su compromiso de ser un “fiel administrador” de la Iglesia católica y destacó la necesidad de mantener vivo su “alcance misionero”.

Más allá de las palabras, algunos gestos marcaron la ceremonia. León lució zapatos negros, un guiño a la sobriedad adoptada también por Francisco durante su pontificado, en contraste con los tradicionales mocasines rojos papales. Además, decidió no utilizar el gran altar barroco de la capilla (que lo habría situado de espaldas al Colegio Cardenalicio) y prefirió celebrar la eucaristía frente a ellos, en un gesto de cercanía y humildad.

Desde el interior del cónclave comienzan a conocerse algunos detalles. El cardenal Joseph Tobin, arzobispo de Newark, relató cómo su colega Robert Prevost aceptó la elección con profundo recogimiento. “No se trataba simplemente de que dijera ‘sí’ a una propuesta”, manifestó Tobin. “Dios había dejado algo claro, y él estuvo de acuerdo con ello”.

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Él y otros cardenales estadounidenses negaron que la elección de León haya sido motivada por razones políticas, como ofrecer un contrapeso al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Según afirmaron, su elección responde a un llamado espiritual más que a una estrategia diplomática.

Compartió con el arzobispo ecuatoriano

Mientras que el arzobispo de Guayaquil y presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, Luis Cabrera Herrera, compartió ayer un almuerzo con el papa León XIV en el Vaticano. “Es una persona humilde, sencilla, discreta y que toma buenas decisiones”, comentó Cabrera después del encuentro al referirse al santo padre recién elegido.

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