El líder de Los Choneros, José Adolfo Macías Villamar, alias Fito, optó por una extradición silenciosa a Estados Unidos en una rápida audiencia virtual el pasado 11 de julio de 2025. Así dejó entrever un temor palpable en las sombras del crimen ecuatoriano; una decisión que podría ser más sobre supervivencia que sobre ley. Esto opinan psicólogos forenses sobre su determinación.

José Adolfo Macías Villamar, alias Fito, no dijo mucho en la audiencia del viernes 11 de julio. Bastaron menos de cinco minutos para que aceptara ser extraditado a Estados Unidos. 

Sin justificaciones, sin rodeos, solo un “sí, acepto” que dejó más preguntas que respuestas. ¿Por qué un capo como él, que evadió a las autoridades durante 17 meses, decidió entregarse sin resistencia? Introduzca texto aquí

La respuesta, según psicólogos forenses consultados, estaría en el miedo, la estrategia y también en la mente de quien ha vivido por años al borde del abismo criminal.

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Para el psicólogo clínico y forense Fernando Tinajero, la decisión de Fito no sería solo legal, sino también vital. “Debe haber un riesgo muy alto para su integridad física”, analiza.

Las mafias que lideran organizaciones como Los Choneros no perdonarían debilidades. Y en ausencia de su jefe, la estructura ya estaría en disputa por el poder. “Los líderes son temporales y se descartan cuando tienen problemas (...). Ya debe haber otro”.

Alias Fito y su oportunidad para negociar

En este contexto, Tinajero explica que Fito sabe demasiado. Su vida corre peligro no solo por la presión del Estado, sino también por los secretos que guarda. 

La extradición, en cambio, representa una oportunidad para negociar, ofrecer información clave a la justicia estadounidense y, sobre todo, salvarse. “Aunque signifique más años de prisión, aunque signifique perder un montón de cosas, pero no va a perder la vida”, resume.

Psicoanálisis a alias Fito

El psicólogo forense Segundo Romero, en cambio, aporta una mirada desde el psicoanálisis. Él sostiene que según una teoría ampliamente estudiada en criminología, muchos líderes mafiosos llegan a un punto en que desean ser capturados. 

“Al inicio se cuidan mucho, son cuidadosos, pero con el tiempo comienzan a cometer errores. No es casual: es un pedido inconsciente de castigo. Buscan a la policía como esa figura paterna ausente que nunca les puso límites”, explica.

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Romero recuerda que otros capos latinoamericanos, como Pablo Escobar o el propio Chapo Guzmán, también mostraron señales similares antes de su caída. 

“En el fondo, tienen miedo. No son inmortales. Son personas con trastornos antisociales o psicopáticos, sí, pero también con temores profundos que los alcanzan cuando ya no tienen control”, dice.

A eso se suma la realidad de las cárceles ecuatorianas. La Roca, donde Fito está recluido, no garantizaría su seguridad, afirma Romero. Asimismo, la posibilidad de que su familia lo acompañe, incluso desde el exterior, refuerza la idea de que ya todo estaba calculado.

Para los especialistas, Fito no solo habría elegido un tribunal extranjero, sino la posibilidad de seguir viviendo, pues su situación carcelaria, al parecer, mostraba un riesgo de caída no solo inminente sino también letal.

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