Unos 190 mil libadores han sido retirados de las calles del Centro Histórico de Quito en lo que va de 2022 (de enero a octubre). Según Patricio Vargas, comandante del Distrito de Policía Manuela Sáenz, esta es una problemática recurrente en la que están trabajando, pero lamenta que la situación les resta “capacidad operativa”.

Para Vargas, todo el tiempo que los uniformados invierten en sacar a los borrachos de los distintos puntos del centro de la capital y rastrear todos esos sitios en los que se comercia eso licor ilegal, podría ser invertido en la lucha contra problemas complejos como la delincuencia.

En ese Distrito, se han realizado operativos de control y se han decomisado más de 9 mil litros de alcohol adulterado. Esto, además de ser nocivo para la salud, origina otras complicaciones en la convivencia que debería ser pacífica entre los residentes.

Vargas aclara que la mayoría de personas que consumen estas bebidas están en situación de calle por lo que el seguimiento de los casos también es difícil. Otra problemática con la que luchan son las consecuencias y hechos violentos que se originan por el consumo del alcohol adulterado.