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Quito 'creció' a la buena de Dios

La ciudad ha tenido un desarrollo urbanístico hacia la zona de los valles, en el oriente, pero sin una planificación, según especialistas.

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El Centro Histórico se ha caracterizado por ser el corazón comercial de la ciudad que ahora creció a los valles.Angelo Chamba

La ciudad ya no es ‘flaquita’ como lo fue hace poco más de 20 años. Con el paso del tiempo, al mapa que mostraba Quito delgada y alargada ahora se han unido –por el oriente– los valles de Tumbaco y Cumbayá, según el Instituto Geográfico Militar.

Esa ha sido la tendencia del crecimiento urbanístico, según Handel Guayasamín, expresidente del Colegio de Arquitectos de Pichincha.

“La ciudad dejó de tener un desarrollo longitudinal desde finales del siglo pasado”. Además, el volcán Pichincha, en el occidente, se convirtió en una pared natural que ha impedido a los habitantes expandirse a esa dirección (ver infografía).

Esto va de la mano con la necesidad de personas de clase media y alta de hallar en estos sectores, un poco más alejados del bullicio y tráfico de la ciudad, un lugar para vivir. Sin embargo, para Guayasamín todo se fue construyendo sin una adecuada planificación.

“No se previeron las arterias fundamentales para los espacios que esta población requiere”. Y una de las consecuencias es que todo el sistema de accesibilidad vial tuvo que acomodarse en los antiguos caminos vecinales, como la vía a Guápulo.

“La gente sufre por una red de vías sumamente caótica y además no se hizo la reserva de espacio público que, a futuro, deberá satisfacer la demanda de los habitantes de esos sectores”, enfatiza.

La noción del barrio

Guayasamín explica que, tras la llegada de nuevos habitantes, se ha generado una tendencia: vivir dentro de conjuntos. “Antes, los valles eran vistos como una suerte de ciudad-jardín con pequeñas casas de uno o dos pisos. Ahora se miran sectores cerrados”.

Y a su criterio esto no genera ‘ciudadanía’. La noción de barrio se ha ido perdiendo, ya que muy difícilmente existe contacto vecinal. “Anteriormente, las personas compraban en la pequeña tienda, se organizaban, se conocían”, indica.

Es probable que esta tendencia se mantenga e incluso aumente en los siguientes 20 años. Todo debido a la imposibilidad de seguirse expandiendo a otros puntos de la urbe.

Cambios en el quiteño

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El quiteño ha ido cambiando de espacios para la socialización. El contacto vecinal también ha sufrido una mutación.Archivo

Estas nuevas formas de relacionarse son las que también han definido a cada sector, yendo desde los valles hasta el corazón mismo de la capital, que siempre se ha dividido en la zona norte, sur y el emblemático Centro Histórico.

Los aspectos culturales son bien marcados, según Fernando Carrión, arquitecto y urbanista, algo que se ve todos los días. “Podemos observar esto en cosas tan sencillas como la forma de vestir. En Quito, la gente usa más el jean mientras que en los valles generalmente se pone una pantaloneta”.

Pero en temas mucho más complejos, el quiteño también ha cambiado a lo largo de estos 20 años y se palpa en la visión que se tenía de las propias fiestas de la ciudad. “Se empezó a cuestionar la españolidad de la capital y por eso hubo los cambios como el cese de las corridas de toros en un espacio que se creía era de congregación social”.

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Rina Artieda, escritora y gestora cultural, coincide con Carrión al mencionar que la mentalidad del capitalino no es la misma a la del inicio de siglo, pero le suma un factor: la tecnología.

“Vemos que la juventud desde el comienzo del nuevo siglo se ha aferrado más a otras culturas por la masificación de la información de otros países”. Pero eso ha permitido que la quiteñidad se mantenga con ciertas transformaciones.

Artieda acota que el capitalino ya no tiene una mentalidad discriminatoria, está más apegado al ambiente y es más empático. “Tenemos una mejor conciencia de los Derechos Humanos de lo que antes se tenía”, puntualiza.