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¡Sacan ‘el jugo’ al virus!

La pandemia del coronavirus es la oportunidad para que docentes y estudiantes de la Espol y de la Universidad Salesiana pongan en marcha proyectos.

Espol
Los politécnicos equiparon cabinas de bioseguridad para la toma y transporte de las muestras.Cortesía

Quien piense que de la pandemia no se puede sacar provecho está equivocado. El coronavirus es la oportunidad para que entidades académicas ejecuten proyectos que permitan una actualización de los conocimientos.

La Escuela Politécnica del Litoral (Espol) dirige el plan ‘Diagnóstico genético de SARS-CoV2 para el control epidemiológico de COVID-19’, que se concentra en las parroquias Colonche y Manglaralto (norte de Santa Elena) y en Puerto López (franja sur de Manabí).

Este proyecto estudia la dinámica de infección del virus en pacientes asintomáticos de grupos de población de zonas rurales que ejercen actividad económica en los sectores mencionados.

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Alumnos de la UPS recurren a sus celulares para analizar los niveles de ruido en Guayaquil.Cortesía

En la investigación participan el Centro Nacional de Acuicultura e Investigaciones Marinas (Cenaim), Laboratorio de Biomedicina y del Servicio Integrado de Laboratorios (Silab), Fideicomiso Sumar Juntos y la fundación Crisfe.

Con esta labor se busca conocer el estado de la epidemia y aportar con resultados que les permitan a las autoridades hacer una mejor toma de decisiones en esas zonas costeras. Así se puede determinar técnicamente el verdadero riesgo epidemiológico de la inserción laboral.

Para su implementación se consideró a grupos poblacionales que no tienen facilidades de acceso a las pruebas.

Mientras 54 estudiantes del segundo nivel de la carrera de Ingeniería Ambiental de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS), sede Guayaquil, realizaron el proyecto denominado ‘Ruido ambiente en tiempos de COVID-19’.

El fin es conocer el comportamiento del sonido ambiente alrededor de los hogares guayaquileños en época de confinamiento cuando no hay mucho tráfico o personas, y compararlo con lo que sucede una vez que las actividades se reanuden.

El estudio compara los niveles máximos permisibles establecidos en la Normativa Ambiental Nacional y evalúa el impacto al medio ambiente por la contaminación sonora.

Los universitarios utilizaron la aplicación de un sonómetro en sus teléfonos móviles, cumpliendo con la metodología de los cinco segundos, de acuerdo a los Niveles Máximos de Emisión de Ruido y Metodología de Medición para Fuentes Fijas y Fuentes Móviles.

La labor empezó en las primeras semanas de mayo, cuando el Puerto Principal estaba en confinamiento y en semáforo rojo; siguió en junio, cuando cambió a amarillo, tomando en cuenta el distanciamiento social.

Las mediciones de niveles sonoros se realizaron en diferentes puntos de la ciudad, aprovechando que los estudiantes permanecen en casa.

El proyecto lo impulsó Carmen Palacios, directora de la carrera Ingeniería Ambiental. Señala que en estos tiempos adversos se puede mostrar, desde la academia, la capacidad de resiliencia.

Hay resultados preliminares que permiten iniciar la evaluación. Por ejemplo, en horas de la mañana en La Pradera, al sur, a inicios de mayo se reportaron valores promedios de 35,8 dB (decibeles); mientras que en junio, cuando hubo la influencia de tráfico y personas deambulando, subió a 56,4 dB. Según la normativa ambiental el límite máximo permisible para uso de suelo residencial en horario diurno es de 55 dB.