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Málaga 2: Mujer despertó del coma y sus hijas y esposo ya estaban sepultados

María Ganchozo no solo vive con la duda de qué le causó la muerte a su familia, también debe pagar el alquiler de la casa donde vivían y esperar un peritaje

Brithany Zambrano, la mejor amiga de Doménica, y su mamá Johanna Antepara la acompañaron ayer a María Fernanda Ganchozo al cementerio.
Brithany Zambrano, la mejor amiga de Doménica, y su mamá Johanna Antepara la acompañaron ayer a María Fernanda Ganchozo al cementerio.Anny Bazán

Han transcurrido 52 días de la muerte de sus hijas, Doménica, de 14 años, Isabella (3), y de su esposo, Brayen Gavilanes Cagua (43), y todavía María Fernanda Ganchozo Suárez no encuentra sosiego a su dolor, ni respuestas que le permitan conocer cuál fue la sustancia que inhalaron y que los arrebató de su lado.

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Confiesa que su incertidumbre se agiganta porque la fiscal que investiga el caso aún no señala la fecha en la que se hará el nuevo peritaje, que podría esclarecer qué tóxico contaminó el inmueble de dos plantas ubicado en la manzana 920 de la urbanización Málaga 2, en la vía a Salitre (Daule), donde habitaban desde hace dos años y cinco meses.

Lo único claro que tiene la guayaquileña, de 34 años, es que no volverá a ver la sonrisa de sus hijas o escucharlas diciéndole “mamá”. Tampoco tendrá a su lado al hombre que secaba sus lágrimas y que era su soporte en los momentos de pesar. Ellos fallecieron el pasado 20 de marzo, la autopsia reveló que la causa fue por inhalación o ingesta de una sustancia tóxica.

Una vez por semana visita las tumbas de sus princesas y de su amado.
Una vez por semana visita las tumbas de sus princesas y de su amado.Anny Bazán

Veinte horas después de la muerte de sus familiares y mientras velaban a la menor de sus princesas como las llamaba de cariño a sus niñas, María Fernanda comenzó a sentirse mal y fue llevada a una casa de salud, donde la ingresaron de emergencia. Permaneció seis días en cuidados intensivos, en estado de coma.

Cuenta que al despertar desconocía el tiempo que había transcurrido y que enterarse de que sus hijas y esposo habían sido sepultados fue un duro golpe que aún no supera.

Estuve 6 días en coma. Para visitarme tenían que ponerse un traje especial y mascarilla. Emanaba olor a toxina, decían los médicos. He bajado 20 libras. No supero el dolor”.

María Fernanda Ganchozo, 
madre y esposa de los fallecidos

“Solo pude ver por última vez a Isabella. A Doménica y a mi esposo no los alcancé. Me duele saber que no pude darles el último adiós. Me desperté con la idea de regresar a la sala de velación, pero ellos ya habían sido sepultados. No puedo asimilar que ya no estén conmigo. Soñaba con la quinceañera de mi Dome. Una semana antes bailamos un vals en la sala, ella anhelaba su fiesta, cumplía 15 años en junio”, manifestó María Fernanda, mientras sus ojos llorosos se clavaban en la tumba donde reposan los restos de su hija mayor.

Los restos de la niña de 3 años y de su padre fueron velados en Jardines d e la Esperanza.

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Sin embargo, no solo el dolor por la muerte de sus familiares atormentan a María Fernanda, pues como aún no se ha realizado el nuevo peritaje, ella no puede retirar las cosas del inmueble donde residió y ahora debe cancelar dos meses de arriendo, aunque no habite en dicha vivienda.

María Fernanda   Ganchozo junto a su esposo Brayen Gavilanes y sus dos hijas, Doménica e Isabella.
María Fernanda Ganchozo junto a su esposo Brayen Gavilanes y sus dos hijas, Doménica e Isabella.Cortesía

“Mi esposo pagaba 330 dólares por el alquiler de la casa. El dueño me dice que debo cancelarle aunque sea 200 dólares. Le debo abril y ahora también mayo. El agente me dijo que puedo retirar las cosas, pero puede ser que cuando llegue la fecha del peritaje me puedan decir aquí faltan cosas, pero a estas alturas qué van a encontrar. Mientras estuve hospitalizada mis familiares utilizaban un traje especial porque yo emanaba un olor a toxina”.

Recuerda que tres meses antes un vecino les pidió permiso para ingresar a su patio y tapar un espacio por donde ingresan murciélagos. “Mi esposo lo dejó pasar, pero de ahí no supimos más, no me explico qué pasó, no teníamos enemigos, nos llevábamos bien con todos. Quizás alguien echó algún tóxico sin medir las consecuencias”.

  • Anhela verlos en sueños

Su mayor deseo es volver a ver a sus hijas y a su esposo, aunque sea en sueños, y es por eso que le ha pedido a Dios que le conceda el milagro de poderse despedir de sus seres queridos, aunque sea en un mundo irreal.

“Hace unos días le supliqué a Dios que me permita verlas. Ese día pasó algo extraño, una niña parecida a mi Isabella llegó al centro comercial donde trabajo, pasó cerca. Le pregunté: ‘¿cómo te llamas?, tenía el mismo nombre que mi niña. Me nació darle un abrazo, sentí que era una señal. No creo que encuentre paz hasta saber qué pasó, qué les causó la muerte”, asegura.

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