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¡Los universitarios supuestamente vacunados se quedaron de año en ética!
Tráfico de influencia sería el delito en el que incurrieron los jóvenes que ‘amagaron’ ser parte de hospital público. El caso está en investigación previa
Nuevamente el hospital se encuentra en el ojo del huracán por temas de irregularidades.
La Fiscalía inició las investigaciones por el delito de oferta para realizar tráfico de influencias contra los universitarios Salomón Doumet y María del Alma Cruz.
Ellos se hicieron pasar como personal médico del Hospital Teodoro Maldonado Carbo de Guayaquil, el 11 de marzo, para acceder de manera irregular al programa de vacunación contra el coronavirus.
Juan Carlos Iturralde, fiscal de Administración Pública, es el encargado del caso y señala que está en investigación previa, de carácter reservado. “Se hará reconocimiento del lugar de los hechos, se tomarán versiones de los involucradas, etc., así se estructurará quiénes participaron como autores y cómplices”, dice.
El director provincial del IESS del Guayas, Ricardo Ron, comunicó que los estudiantes ingresaron en la lista por medio del padre de Doumet, Salomón Doumet Zambrano, jefe del Departamento de Anestesiología del centro de salud. Al parecer este intentó subsanar la irregularidad con un correo en el que indicaba que los estudiantes realizaban rotación de terapia de dolor con él. “Trajo a su hijo sin ningún reporte de Talento Humano”, señala Ron. Y confirma que los jóvenes cuentan con las dos dosis de la vacuna.
Inmoralidad y olvido
En Ecuador la ética es una asignatura pendiente. “Hemos reprobado el año... ni con libro abierto se pasa”, expresa Martha Rodríguez, docente de áreas humanistas de la Universidad Politécnica Salesiana, quien rechaza el accionar de los muchachos.
Rodríguez indica que ellos son el producto de la falta de atención y educación de valores a los hijos. No instruirles en el respeto, valor primordial. Esto lo dice en alusión al mensaje que circula en redes sociales, el cual supuestamente lo escribiría Salomón Doumet: “Investiguen, insulten y lloren, pero ya nos vacunamos y desvacunada no hay”.
Para el docente del Tecnológico Universitario Argos, Daniel Letamendi, maestro de sociología de la educación, lo sucedido no se dio por desconocimiento de la ley, sino porque sus deseos los pusieron por encima de los demás y de la norma. “No es un problema de amoralidad sino de inmoralidad, conociendo la moral no la acataron”, sostiene.
Otro punto a destacar por Letamendi es que los ecuatorianos tienen un defecto, olvidan rápido. “Cuando explote otro caso, esto se va a aprovechar para dejarlo en el olvido. Conociendo la gravedad del acto, las autoridades académicas, judiciales y fiscales están haciendo caso omiso a las necesidades urgentes del país”.