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Diario Extra Ecuador

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¡Es mejor viajar en grupo desde Venezuela!

Algunos migrantes que van de paso a perú duermen a la intemperie, otros buscan espacio en un refugio cercano a la terminal de Carcelén, en el norte de Quito.

En cada habitación del refugio pueden entrar hasta 80 personas.

En cada habitación del refugio pueden entrar hasta 80 personas.Karina Defas / EXTRA

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Una carpa llena de ropa y zapatos acoge a Herlys Pérez, su pareja José Hurtado y a dos compañeros más. Se ven cansados, llevan zapatos cómodos, pues el camino ha sido largo desde Venezuela.

Ella salió hace once días desde la ciudad de Lara, la mayor parte del trayecto la hizo a pie. En Cúcuta, Colombia, se encontró con Yamilé González y Armando Calderón.

“Es mejor ir en grupo, es más seguro y nos acompañamos”, manifiesta la mujer.

En la vía a Bogotá fueron amenazados con un cuchillo para robarles sus pertenencias.

“De todas maneras no tenemos nada, por ahí un poco de ropa”, cuenta mientras intenta secar sus zapatos después de la lluvia que cayó en Quito.

“Tuvimos que pasar por páramos, lluvias y soles que nos dejaban negritos”, relata. Pero el grupo se cuida y se da ánimos cuando alguno de ellos flaquea o se cansa.

Su viaje continúa hasta la capital peruana, donde tienen familiares que los esperan.

“En algunos tramos nos dieron aventones, dormimos en el refugio de Tulcán”, rememora Herlys que dejó cuatro hijos que la esperan en Venezuela.

La noche del martes viajaron hasta la frontera sur para cruzar a Perú, gracias a unas donaciones.

“Nos dijeron que acá no ayudaban, pero hemos visto lo contrario, estamos muy agradecidas”, afirma, aunque también han recibido insultos y malos tratos en el trayecto.

Armando Calderón dejó a su madre, una hermana y dos sobrinos y quiere llegar hasta Lima para poder enviarles dinero. “Allá la situación es muy difícil, por eso nos aventuramos incluso al peligro”, dice tímidamente.

En su natal Táchira, al oeste de Venezuela, trabajaba en el mantenimiento de un hospital, pero con un sueldo que no alcanza. “Con ese dinero no podemos sostener una familia”, comenta.

Yamilé en cambio viaja con su hijo de 15 años, no quiere hablar de lo que dejó en Caracas, solo quiere llegar a Lima para trabajar, ahorrar dinero y en algún momento volver a su tierra.

Le cedieron espacio para asilo temporal

El espacio del galpón, ubicado en la zona industrial de Carcelén, es amplio. Las habitaciones de lo que sería la parte cerrada de una fábrica no dan abasto para las centenas de venezolanos que llegan diariamente a Quito.

José Bracho, encargado del lugar, afirma que ese espacio fue cedido por el dueño de una empresa que luego de verlos pasar las noches en la terminal de Carcelén decidió no derrocar ese galpón y les permitió usarlo.

“Aquí ya podemos bañarnos, lavar nuestra ropa, ir al baño sin pagar”, cuenta.

Las personas que llegan hasta el lugar salen en la mañana a vender golosinas para reunir dinero y pagar un arriendo o continuar con su destino a países como Perú o Chile.

En las habitaciones existen 50 colchonetas, pero allí se alojan más de 150 personas. “Entran al menos 80 en cada cuarto. Duermen cerca de 4 en cada una”, reitera.

Ellos fueron trasladados la semana pasada a estas instalaciones. Las reglas del lugar se centran en el orden y limpieza de los espacios que se utilizan.

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