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Voces de Guayaquil: Pasteléate varón, pilas mata tu hambre

Este manabita, de 70 años, recorre Guayaquil antes de las 07:00, ofreciendo sus productos, ‘a grito pelado’

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Gregorio Palma lleva 40 años vendiendo sus pasteles de lunes a viernes.CARLOS KLINGER

Ven pasteléate, varón. Lleva tu pastel, come barato, come bien”. La garganta de Gregorio Bernabé Palma Guaranda se convierte en un parlante que amplifica las frases con la despierta ‘la leona’ en sus clientes en toda la ciudad.

A sus 70 años, su grito sigue retumbando en las calles y veredas de Guayaquil. La inconfundible invitación a devorar sus pasteles de carne, pollo o chorizo tiene su recompensa diaria: terminar con la canasta vacía y los bolsillos contentos.

Don Gregorio lleva 40 años dedicado a la venta de estos bocadillos. Sus puntos estratégicos son los colegios Academia Naval Almirante Illingworth (ANAI) y 28 de Mayo, y algunas estaciones de la Metrovía.

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Con los pastelillos y su “pasteléate, varón”, don Gregorio mantiene a su hogar, conformado por sus dos hijos.

La parte del pastel que es hecha de harina, es decir el cascarón, la compra todos los días, él se encarga del relleno. A esta ricura se la acompaña con una salsa de aguacate, ese es el secreto, limón y ají al gusto.

Sale tres veces al día, en las que lleva 80 pasteles, no saca más, debido a que tienen que estar calentitos para la venta, explica.

CAMELLO

Coloca los pastelitos en una fundita y los ofrece a los clientes en una servilleta. La atención es de primera, rara es la persona que se compra uno, ya que son económicos, cuestan $0.60. Además, vende jugo de limón, botellas de agua y caramelos.

“Hay gente que fue joven cuando comenzó a comprarme, con el transcurrir de los años pasaron a ser profesionales, deportistas y hasta políticos”, recuerda este manabita que se radicó en el Guasmo, al sur de la ciudad. Vino de la comunidad La Planchada, de la parroquia El Anegado de Jipijapa, donde trabajaba como agricultor.

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Uno de los lugares favoritos es la estación de la Metrovía de Las Monjas.CARLOS KLINGER

Se levanta pasadas las cuatro de la mañana para tener todo listo. Antes de las 07:00 ya está en la metrovía. “Muchos me reconocen, han sido clientes desde hace tiempo y vienen a hacerme el gasto”, cuenta don Gregorio. Su jornada acaba a las 20:00, cuando llega a su casa, feliz por haber vendido todo.

LO CONOCEN

Dice que el “pasteléate” se hizo famoso con el pasar del tiempo y que hace cuatro décadas eran pocos los que vendían este producto.

Don Gregorio comenta que se mantiene bien físicamente, debido a que camina muchas horas. Los fines de semana le gusta trotar.

El “pasteléate, varón” es uno de los tantos gritos que forma parte de la vida de los habitantes de Guayaquil. Son las voces tradicionales de esta ciudad que este mes celebra sus 488 años de proceso fundacional.

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