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Zapatitos quedaron sobre los escombros

La gigantesca nube de polvo había cedido y se acercaron al escenario desolador. Un par de zapatos de niña, intactos y hasta con la etiqueta, yacían sobre el gran montículo de escombros en lo que fue el parqueadero del Centro Comercial Municipal de Portoviejo.
Autoridades y testigos se asombraron del único ‘recuerdo’, tiznado por el polvo, que quedó de lo que fue uno de los edificios más significativos en la capital manabita, derrocado ayer.
Fueron quizá los cinco segundos más largos y dolorosos para la mayoría de portovejenses. Luego de un estruendo, como de una camareta gigante, la emblemática estructura quedó convertida en una argamasa inservible.
El procedimiento, que aguó los ojos de Mercedes Cedeño, se dio puntual. A las 13:00 de ayer, se dio la implosión de la estructura que quedó destruida después del terremoto del pasado 16 de abril.