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Mis Historias Urbanas

Mis Historias Urbanas: La pausa

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"Te amo", le dijo. Estaba desnuda y era de madrugada. La ventana del hotel daba a una calle solitaria. A esas alturas de la noche, le había besado ya todos los tatuajes. "Te amo", contestó.

Ella le creyó. Hace cuatro años, la escena era parecida: Ellos, sus cuerpos, la cama de un hotel, besos… pero la escopolamina borró el recuerdo y tienen únicamente flashes: dedos entre el cabello, caricias, lenguas. El resto es negro. Ese día se conocieron. Luego, pausa. 

Son de ciudades y vidas distintas; pero supieron desde el primer momento que aquello era mucho más que una anécdota. Era como si la droga entró al alma de cada uno y los enredó para que jamás puedan liberarse del otro, incluso a la distancia. 

Conversaban profundamente y se mandaban besos. Se decían "te adoro", se juraban "te extraño". Aún así, ella no esperaba el mensaje: "Ya estoy aquí. No sé cuánto tiempo, pero es mejor que no estar. Hagamos que valga la pena", le escribió él, temprano. 

Fue a verlo por segunda vez en la vida real. En sueños, anhelos y versos lo había hallado en innumerables ocasiones. "Quiero estar sobria esta vez", le dijo antes de encerrarlo. Fue una noche mágica, de cuento de hadas... 

A la mañana siguiente, otra vez la realidad. "Me voy. Hagamos otra pausa", avisó él por teléfono. No sabe si lo verá después de otros cuatro años, si él la piensa o si aún guarda sus besos. Sólo espera. Otra vez. Él dijo pausa, no adiós. Ella le creyó.