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Samborondón celebra sus 70 años con obras que reflejan su crecimiento planificado y el compromiso con el bienestar ciudadanoCortesía

Samborondón, una ciudad con 70 años de tradición, historia e innovación

Samborondón celebra su aniversario de cantonización con obras, oportunidades y un modelo de gestión que transforma vidas

Samborondón cumple 70 años y celebra su aniversario escribiendo un nuevo capítulo de su historia. Ya no es el pequeño cantón agrícola de antaño, sino una ciudad moderna, planificada y sostenible que sigue creciendo con identidad. Las calles asfaltadas, los espacios públicos renovados y la llegada de servicios básicos a cada rincón del territorio son prueba del trabajo constante por construir un futuro con oportunidades para todos.

Quienes han vivido de cerca esta transformación saben que el progreso no llegó de un día para otro, sino con años de esfuerzo y visión. Arcadio García, de 96 años y uno de los vecinos más antiguos de Tarifa, recuerda con emoción cómo era la vida hace siete décadas:

“Cuando era joven todo esto era tierra. Luego llegaron los Yúnez, quienes han sido clave en el desarrollo del cantón. Ahora tenemos agua potable, alumbrado eléctrico y calles pavimentadas. Me llena de orgullo ver cómo ha progresado Tarifa. Con el nuevo malecón, mucha gente quiere venir a vivir aquí. Yo soy tarifeño y me siento orgulloso de mi parroquia.”

Una ciudad planificada y en constante evolución

Esa sensación de orgullo se repite en los rostros y voces de quienes han visto cómo Samborondón pasó de ser un pueblo a convertirse en un referente de planificación urbana. El 90% del Plan de Regeneración Cantonal en áreas urbanas ya está ejecutado, con aceras nuevas, cableado soterrado y áreas verdes que embellecen la ciudad. La reestructuración de la Avenida Samborondón —en su fase final de ejecución— y la construcción del Vial 7 en el sector de Ciudad Celeste, junto al Parque Bicentenario, han mejorado la movilidad y reducido los tiempos de traslado en una vía que crece al ritmo del comercio, la educación y el turismo, en el Nuevo Samborondón.

La evolución no solo se ve, también se vive. “Antes Tarifa era un lugar pequeño y con pocos recursos”, recuerda Estrella Vargas, vecina desde hace medio siglo. “Recuerdo que de niña me bañaba en una balsa cuando subía la marea hasta la casa de mi abuela. Hoy se nota el progreso desde La Puntilla hasta la zona rural, como Paula León. Admiro el trabajo municipal porque recorren los recintos, escuchan a la gente y responden con obras. Servir a una sociedad no es solo dar, sino abrir las puertas para que todos puedan ser productivos.”

El progreso del cantón se evidencia en sus espacios renovados, su gestión sostenible y el orgullo de su gente.Cortesía

Innovación ambiental y sostenibilidad

Samborondón también se posiciona como lider en iniciaitivas sostenibles en el país y la región. Con la inauguración de la primera estación industrializada de clasificación de residuos del Ecuador, en alianza con Holcim y Geocycle, el cantón reutiliza un 70% de sus desechos, extendiendo la vida del relleno sanitario en más de 40 años. A ello se suma el programa de producción de compostaje, que ha beneficiado a más de 600 agricultores, y las campañas de educación ambiental que involucran a estudiantes y familias.

La cobertura de agua potable alcanza ya al 98% del cantón, y el nuevo Centro Integral de Bienestar Emocional será un referente en atención psicológica y social para jóvenes. Este espacio, parte del programa Empezar de Nuevo, ha acompañado a más de 40 personas en su proceso de reinserción. Treinta de ellos completaron su rehabilitación: diez estudian enfermería, diez ya tienen empleo y diez iniciaron su propio emprendimiento.

El desarrollo educativo también avanza. Más de 13.000 mochilas y 650 tablets se entregan cada año a estudiantes, mientras que las becas municipales han abierto las puertas a la educación superior, a más de 700 bachilleres y adultos jóvenes.

Este año, la Universidad Estatal de Milagro (UNEMI) confirmó la construcción de un nuevo Centro de Apoyo Académico en Samborondón, con aulas, laboratorios y espacios de coworking para estudiantes locales.

Orgullo de pertenecer

Pero más allá de los números, el progreso de Samborondón se mide en historias. Mónica Yépez, vecina del recinto Boca de Caña, lo resume con emoción:

“El cambio ha sido total, un giro del 100%. Antes, no teníamos lo que hoy disfrutamos: canchas, coliseo, calles pavimentadas. Antes salíamos con un balde de agua y un trapo viejo para lavarnos los pies antes de llegar al carretero. Hoy eso quedó atrás. Una vez invité a unas compañeras de Durán y se sorprendieron. Pensaban que iban a encontrar monte y mosquitos, pero se toparon con una ciudad moderna y limpia. Me sentí halagada de que mi comunidad tenga lo que otras todavía no logran”.

Esa es, precisamente, la historia que hoy cuenta Samborondón: la de una ciudad que ha sabido crecer con orden, mantener su esencia y abrir paso a nuevas generaciones. Setenta años después, su evolución no solo se ve en las obras, sino en la identidad y el sentido de pertenencia de su gente.

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