Buena Vida
BDSM, práctica sexual muy cuestionada
La experiencia de una persona metida en este mundo en el que, incluso, se asfixian a propósito como si de un placer se tratara. ¡Qué peligro!

Hombre realizando el peligroso juego íntimo de la asfixia.
Algún día, la ejecutiva Juanita (nombre protegido) decidió probar el mundo de las personas que buscan placer sexual ‘de manera distinta’, como son quienes recurren al cuestionado mundo del BDSM: bondage (esclavitud), dominación, sumisión y masoquismo. Un universo que incluye malos tratos y otras prácticas no siempre vistas con buenos ojos. Esto narró:
“Mi experiencia en el BDSM comenzó con una bofetada otorgada por una mujer de una casa donde prestaban el ‘servicio’ en Bogotá.
El golpe en mi rostro fue tan fuerte que logró estremecerme completamente, tal cual fuera un puño dado por uno de los mejores boxeadores profesionales”, narró la ejecutiva.
“La mujer que me agredió se hace llamar Amouneth, el mismo nombre de alguna deidad femenina que representaba a la muerte”, dijo.
“Hace apenas dos años que practico el BDSM y fue un gusto que adquirí ‘por esas cosas de la vida’, el mismo que fui explorando”.
“A veces en las relaciones de pareja uno tiene ciertos comportamientos salvajes, como el placer que siente al ser mandada o cuando le halan el cabello, dan nalgadas... las personas no se dan cuenta de que eso es un ‘BDSM practico’ en la vida”, aseguró.
“La humillación es mi especialidad porque me da el poder frente a la otra persona, son mis juguetes, son míos y son mis perras...”, asegura sin sonrojarse esta mujer, quien hoy en día está del otro lado, de los que ‘mandan’ en este intercambio sexual.
“Esa primera vez la mujer me tiró un par de grilletes al piso dándome la orden de colocármelos y caminar porque a ella, a ‘La diosa de la muerte’, le excitaba el sonido de las cadenas arrastrándose por el piso, al mejor estilo de los esclavos en pleno siglo XXI. Sin importarme nada tuve que caminar con la incomodidad de esas cadenas...”, relató la mujer.
“Te lucen esos grilletes”, decía la mujer que se burlaba de mí a la vez que se oía el repicar de las cadenas en la fría baldosa de ese salón adaptado para que unos pocos fetichistas del dolor dieran rienda suelta a sus instintos más bajos y ocultos”, afirmó.
Según personas de este mundo, en estas actividades no consumen ni licor ni drogas, ya que esto es, por decirlo de alguna manera, un tipo de escape para ellos.
Según ella, las alucinaciones las han tenido ‘de placer’, practicando sus juegos de dominación.
“Esto claramente es un juego de control tanto mental como físico”, aseguró.
La mujer aclaró que para efectos legales solo entran personas mayores de edad. Además, que no permiten a nadie realizar estas actividades bajo el efecto del alcohol o algún alucinógeno.
Para terminar esta dolorosa y extraña experiencia, no me podía ir sin la última prueba, según ella, la prueba máxima, la cama del vacío. Me meten en una bolsa plástica, normalmente utilizadas para guardar cadáveres tal cual al mejor estilo de una morgue, y a continuación cierran la bolsa completamente, sacando el aire por completo y haciéndome sentir todo el terror de poder quedar asfixiada. Estaba totalmente inmóvil y experimentaba la sensación de una muerte lenta, una de las pruebas más difíciles de todas.