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Willian Pacho y el significado de jugar con el 51.Extra

El 51 de Willian Pacho en el PSG: no es superstición, es amor que no muere

El número que une a Willian Pacho con su madre: una historia desde el corazón

En el PSG, entre nombres consagrados y dorsales cargados de historia, hay un número que rompe la norma y lleva consigo un suspiro de amor: el 51. Willian Pacho, defensor ecuatoriano, campeón de la Champions, lo viste con orgullo en la espalda.

No lo eligió por capricho ni por originalidad, sino por un acto de amor eterno hacia su madre, Glenda, quien falleció a los 51 años en el 2019.

Willian Pacho es el primer jugador tricolor en ganar la Champions League.FILIP SINGER / EFE

Desde Independiente del Valle hasta París, el número se convirtió en su escudo invisible, una forma de hacerla presente cada vez que pisa el césped.

“Me gustó ese número, por mi madre, y ahora me ha ido bien con el 51”, ha dicho, con la serenidad de quien sabe que no juega solo.

Pacho no es un jugador supersticioso al uso: sus rituales no buscan la suerte al azar, sino la conexión con lo que ama. Además del 51, hay otro símbolo que carga con historia: la venda en su mano izquierda. Empezó como protección tras una fractura en Bélgica, pero tras anotar su primer gol con la selección ecuatoriana con ella puesta, se volvió un amuleto.

Willian Pacho y su madre Glenda.Cortesía

Como si con cada partido, con cada cruce defensivo, con cada vendaje apretado, reafirmara la promesa de seguir adelante, aunque Glenda ya no esté físicamente.

A veces, cuando el himno suena y el estadio ruge, hay un instante en que Pacho cierra los ojos. Tal vez, en esos segundos, escucha a su madre. “Si ella estuviera aquí, me abrazaría. Me diría que siempre creyó en mí”, confesó una vez, sin rastro de tristeza, como quien sabe que el amor trasciende el tiempo y la muerte. No hay espacio para la melancolía cuando se juega con el alma. Ella, que lo vio dejar casa a los 13 para perseguir un balón.

El número 51 no es común en un defensor. No lo lleva para destacar, sino para recordar. En cada crónica de partido, en cada camiseta que los hinchas del PSG compran con ese dorsal distinto, hay un pedazo de historia, una huella maternal, un acto de resistencia amorosa. Willian Pacho no solo defiende el arco de su equipo: defiende un legado, un recuerdo, una promesa que se renueva cada vez que entra al campo. Porque Glenda vive en su juego, y el 51 es la forma más bonita que encontró para no dejarla ir.

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