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Diario Extra Ecuador

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“¡El malo es él! Descansen, mis amores”

El 24 de Febrero, Adriana Camacho y Santiago, su hijo de 5 años, fueron asesinados. El sospechoso quiso que el hecho pasara como un suicidio.

Patricia Bermúdez no puede contener las lágrimas al relatar el dolor que le causa la ausencia de su hija y de su nieto.

Patricia Bermúdez no puede contener las lágrimas al relatar el dolor que le causa la ausencia de su hija y de su nieto.Anny Bazán

Anny Bazán
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Soñé QUE estaba en la playa y el sol resplandecía. Santi vino corriendo a mí desde el mar y mientras jugábamos en la arena me preguntaba con su lengua mocha: ‘¿Abuela, podké (por qué) me mató? ¿Me podté (porté) mal?’. Le contesté triste: ‘No te portaste mal, mi niño, tú eres bueno y maravilloso, él es el malo’”.

Después corría por un túnel oscuro, entre rejas, y agarraba de la camisa al causante de su tristeza para gritarle: “¡Devuélveme a mi hija y a mi nieto!”. Despertó asustada.

Este es el inquietante sueño que hace unos tres meses tuvo Patricia Bermúdez Díaz, madre de Adriana Alexandra Camacho Bermúdez y abuela de Santiago, asesinados el 24 de febrero.

Los cuerpos de la mujer, de 36 años, y de su hijito, de 5, fueron encontrados sobre la cama, dentro del dormitorio, en su vivienda ubicada en la ciudadela La Pradera, sur de Guayaquil.

El principal sospechoso del doble crimen es Érick Gustavo Ortega Narváez, el hombre con el que Adriana mantenía dos años de relación sentimental y al que había conocido hace más de tres décadas.

Adriana y Santiago.

Han pasado casi ocho meses del crimen y los recuerdos de su hija y de su nieto están intactos en la memoria de Patricia. “Es difícil superar la pérdida de mi hija mayor, a quien crie por 36 años, a quien aconsejé, con quien hablaba a diario. Se supone que era ella quien me iba a cuidar y sepultar... Adriana tenía muchos planes, le gustaba viajar, siempre pensaba en la forma de sacar adelante a su hijo. No hay día en que no los recuerde, en que sus rostros no vuelvan a mi mente. Los veo caminar por la casa, reír. A mi hija abrazando a su hijo”, cuenta entre lágrimas.

Los ojos de la guayaquileña, de 61 años, se humedecen y su voz se entrecorta al revivir los momentos compartidos con Adrianita y Santi. El pequeño era su único nieto.

Recuerda a su hija como una “niña responsable, divertida, dedicada a sus estudios”. Alguien que amaba cuidar a sus dos hermanos menores.

“Desde pequeña visitó los Estados Unidos, lo hacía para pasar dos meses con su papá. Había viajado muchas veces y le quedó ese ‘bichito’ por conocer otras partes de su país y del mundo. En el 2011 estuvo en Argentina, luego de graduarse”.

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Reconoce que lo que más extraña de Adriana son las cartas y dibujos que desde niña le hacía y que en cada viaje le enviaba. “Esas cartas ya no me volverán a llegar”, se lamenta.

El pequeño Santiago se convirtió en el vínculo que las hizo inseparables. “El 4 de septiembre él hubiese cumplido seis años. Yo lo llevaba a la escuela. Caminábamos como quince cuadras y en el trayecto cantábamos, contábamos historias. Mi niño tenía mucha imaginación. Me decía que soñaba con ser bombero, y yo le decía que debía ser médico para que ayudara a las personas. Él (Érick, el acusado) me arrebató todo, jamás podré superar esta pérdida”, comenta desconsolada.

Cámara de seguridad captó el instante en que Érick salía de la casa con una maleta.

Antes de continuar con su relato, Patricia hace una pausa para secarse las lágrimas. Enseguida repasa con la mirada los álbumes en los que guarda las fotos de sus tres hijos y de su único nieto. En ellos también están cartas y tarjetas que Adriana le enviaba cuando viajaba a Estados Unidos:

“Se acuerda que en Ecuador nunca (creo que pocas veces) recibió quejas de mí, pues aquí tampoco. Soy una de las pocas niñas que se portan bien, porque, como sabe, aquí la mayoría de los niños son malcriados y se creen ‘cool’”.

Esta misiva la escribió cuando tenía 10 años. Al leerla, Patricia suelta una carcajada: “¡Esa era mi Adriana!”, dice con orgullo.

“Intenciones depredadoras”

La amistad entre Adriana y Érick se fortaleció en 2018, cuando ella regresó a vivir al barrio donde ambos crecieron.

Patricia Bermúdez tuvo un sueño con su nieto y lo escribió en una red social. Acompañó la historia con esta imagen.

“Mi hija estaba en proceso de divorcio y él (Érick) comenzó a cortejarla. No lo teníamos como amigo íntimo, era solo una persona conocida del sector que creció con mis hijos y por eso no se nos hacía extraño la amistad que había surgido entre ellos”.

Adriana tenía un negocio de realización de eventos. Un día contrató a Érick para que la ayudara. “Es así como la relación de amistad se tornó en algo más, pero él tiene una personalidad que recién conocemos, si la hubiéramos conocido antes no lo dejábamos pasar a nuestra casa. Entró a nuestras vidas con intenciones depredadoras, como robar, mentir. Le dimos la confianza y él abusó”.

Patricia conoce de cerca la violencia. Ha estado ligada a entidades relacionadas con el maltrato a la mujer. Por eso reconoce el tipo de relación en el que hay violencia física y que es posible prevenir para que no termine en femicidio; “pero hay otro tipo de violencia: la psicológica, la de la manipulación, la mentira... esa fue la que vivió mi hija”, asevera.

Seis semanas antes del asesinato de Adriana y Santi, Érick fue contratado para que ayudara en la boutique que Patricia tiene en un centro comercial del sur porteño. “Siempre argumentaba que no tenía trabajo. Luego nos enteramos que aplicaba y si le salían, los dejaba. Descubrimos su mentira y su manipulación, que fue develando el verdadero monstruo que era”.

En medio de su desconsuelo, su más grande anhelo es que el causante del dolor que atormenta a su familia sea sancionado con la pena máxima por la premeditación y alevosía con la que fueron asesinados su hija y su nieto: “Intentó hacerlo pasar como un suicidio, pero Adri era una persona vital, amaba su vida y la de su hijo”, recalca.

La muerte de sus seres queridos le ha arrebatado su sonrisa, pero no la fe en Dios y en la justicia. Ansía que la próxima vez que vea a Santi en sueños sea para abrazarlo y decirle: “Él ya fue condenado por lo que les hizo, el malo es él. Descansen en paz mis amores”.

Este Diario buscó la versión de los familiares del sospechoso, pero estos indicaron que no se referirían al tema. “No tenemos nada que decir, retírese”.

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