El Gobierno de Ecuador celebró este sábado, 6 de septiembre, el reconocimiento internacional para la cineasta Ana Cristina Barragán después de que su película Hiedra se alzara con el premio al Mejor Guion en la sección Horizontes de la 82ª edición del Festival de Venecia. La cartera de Cultura destacó que se trata de “un hito para la cinematografía nacional” y subrayó la visibilidad que el galardón otorga al país en “uno de los escenarios más prestigiosos del cine mundial”.

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La ministra de Cultura, Romina Muñoz, se pronunció en la red social X y escribió: “El cine ecuatoriano está de fiesta”, además de enfatizar que “la inversión en arte ecuatoriano es fundamental”. El comunicado oficial también valoró el “importante trabajo” de la directora, recordando que la realizadora “creyó en el aporte del Estado ecuatoriano” durante el proceso creativo y de producción.

Hiedra recibió apoyo económico del Estado a través de la línea de fomento del Instituto de Fomento de la Creatividad y la Innovación, que aportó 224.000 dólares para cubrir etapas clave como el desarrollo, la producción y la posproducción del largometraje. Este respaldo público se presenta como un ejemplo del papel que la financiación estatal puede jugar para colocar proyectos nacionales en circuitos internacionales.

La película narra la historia de Azucena (Simone Bucio), una mujer en sus treinta que observa cada día a los jóvenes de un orfanato, con particular interés en Julio (Francis Eddú Llumiquinga), un joven sin rumbo. Sus vidas, separadas por diferencias de clase y heridas personales, irán acercándose hasta un descubrimiento íntimo que encuentra su clímax “a los pies de un volcán de la capital ecuatoriana”. 

A diferencia de las dos entregas anteriores de Barragán, Hiedra es, según la propia directora, una obra “menos autobiográfica”.

¿Por qué Hiedra representa un avance para el cine ecuatoriano?

La directora explicó en rueda de prensa que con este proyecto buscaba indagar en otras formas de intimidad: “Me interesaba hablar de otras intimidades, de los adolescentes que no son adoptados en las casas de acogida de Ecuador”, y le preocupaba mostrar “las heridas de la infancia y la adolescencia”. 

Además, la película es una coproducción entre Ecuador, México, Francia y España, y cierra una trilogía temática de Barragán sobre la familia y la intimidad, junto a Alba (2016) y La piel pulpo (2022).

Con este reconocimiento, Ecuador no solo celebra un premio, sino que coloca al cine nacional en la mira internacional.

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