Desde hace una década, Bryan Bartolomé ha ido tejiendo su nombre en la industria de la moda nacional. Sus diseños han vestido a reinas de belleza como Virginia Limongi y Andrea Aguilera; a figuras de la pantalla como Carolina Jaume y Mare Cevallos; a políticas como la prefecta del Guayas, Marcela Aguiñaga, y la exalcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri -a quien confeccionó su vestido de novia-, además de empresarias.

“Me ha vestido varias veces. Amo sus diseños. Es tan detallista, se enfoca en lo mínimo y sabe hacerte ver y sentir como una diosa”, comenta la actriz Mare Cevallos.

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La trayectoria de Bartolomé, quevedeño de 32 años, se caracteriza por la reinvención constante y un lazo profundo con su madre, Marieta Méndez, su mayor maestra: una modista con más de 40 años de experiencia.

“Lo que me propongo, lo cumplo”, afirma con convicción. Y una de esas metas fue celebrar sus diez años de carrera con un nuevo reto: abrir un espacio dedicado exclusivamente a las novias. Un universo donde cada traje cuenta una historia irrepetible. Detrás de sus sueños está su esposo Mauricio Herrera, quien lo alienta a hacerlos realidad.

Su incursión en la moda comenzó en 2015 diseñando ropa masculina, seguida por una etapa de sombreros de paño. El giro decisivo llegó cuando su mejor amiga le pidió que confeccionara su vestido de boda. Desde entonces, no ha parado de diseñar para novias.

Su primer traje de novia fue para su mejor amiga

“Me encanta vivir la experiencia con ellas, ver sus reacciones, las de sus mamás, sus abuelitas… Eso me llena. Esto es lo que quiero hacer toda mi vida”, dice emocionado.

La empresaria Juzzy Zurita, dueña de un reconocido restaurante, fue una de sus clientas más recientes. “Es el mejor en lo que hace. He visto su trabajo y siempre dije que si algún día me casaba, él haría mi vestido”.

Pasó su infancia entre hilos y patrones

Detrás de cada creación está también Marieta, su madre, quien desde su taller materializa las ideas de su hijo. Ella es pieza clave en su trabajo, encargándose de la confección desde su taller. Bartolomé la ha enviado a Colombia y México a tomar cursos de acabado para que los detalles queden perfectos.

Desde pequeño, creció rodeado de telas y costura, lo que marcó su exigencia actual: cada vestido pasa por varias pruebas hasta alcanzar la perfección.

Diseña para todo tipo de cuerpos y presupuestos, priorizando la conexión con cada clienta y su historia. Aunque sus diseños tienen presencia en redes y medios, prefiere enfocarse en ofrecer un servicio personalizado y de calidad, sin recurrir a colaboraciones. Para él, cada vestido cuenta una historia. Su creatividad no tiene límites, está trabajando para que su nombre sea reconocido a nivel internacional.

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