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En la película de 'Popeye' de 1980 había más cocaína que espinacas, según su director
Barry Diller, exdirector de Paramount Pictures, reveló que hubo excesos de consumo de droga en las filmaciones, que participó Robin Williams.
Cuarenta y cinco años después del estreno de Popeye (1980), la adaptación en acción real del célebre personaje de cómic protagonizada por Robin Williams, han salido a la luz detalles desconocidos sobre su turbulenta filmación. Barry Diller, quien fue director de Paramount Pictures entre mediados de los 70 y los 80, reveló que el rodaje estuvo marcado por el descontrol y el consumo de drogas.
En una entrevista reciente con la revista Entertainment Weekly, a propósito del lanzamiento de su autobiografía Who Knew, Diller, de 83 años, confesó que el ambiente en el set era caótico. “¿Un rodaje repleto de cocaína, más que espinacas? Es como si una película estuviera en 78 revoluciones por minuto, pero con el ritmo de 33”, comentó, aludiendo a la velocidad alterada con la que, según él, se desarrollaba todo.
La anécdota más impactante involucra una red de tráfico de drogas que operaba durante la producción. Según Diller, la película se filmó en Malta, y las latas de película enviadas diariamente a Los Ángeles para su procesamiento eran utilizadas para transportar cocaína al set. “No podías escapar de ello”, afirmó.
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El escenario construido especialmente para el rodaje en la Bahía del Ancla, en Malta, permaneció intacto tras la filmación. Hoy es una atracción turística conocida como Popeye Village, con una entrada de aproximadamente 28 dólares, que recrea el pueblo pesquero de la película.

Este film marcó el debut cinematográfico de Robin Williams. El papel inicialmente fue ofrecido a Dustin Hoffman, quien lo rechazó por discrepancias con el guion. En ese entonces, Williams ya era una figura popular en televisión por su personaje en Mork & Mindy (Un alienígena del planeta Ork), pero también enfrentaba serios problemas de adicción.
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“La cocaína se convirtió en mi escondite. La mayoría busca un subidón; para mí, era un freno”, confesó el actor en 1988 a la revista People. El director de Mork & Mindy, Howard Storm, confirmó el deterioro del actor durante los rodajes: “No dormía. Esnifaba coca, bebía alcohol para bajar el efecto y pasaba las noches fuera. Se tiraba a toda la ciudad”, relató.
En julio de 2014, solo un mes antes de su fallecimiento, Williams, diagnosticado con demencia, ingresó voluntariamente a un centro de rehabilitación en un último intento por sostener la sobriedad que había buscado durante décadas.
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