El reciente estreno de la serie documental 'Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero' en Netflix ha abierto una ventana a aspectos inéditos y estremecedores de la vida de Alberto Aguilera Valadez, mejor conocido como Juan Gabriel. A diferencia de su anterior bioserie, 'Hasta que te conocí', esta nueva producción no solo repasa su meteórica carrera artística, sino que también aborda por primera vez momentos profundamente personales y dolorosos que el artista nunca compartió en vida.

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A solo quince minutos del primer episodio, el periodista y gestor cultural Alejandro Brito introduce un relato que hasta ahora permanecía oculto: el abuso sexual que Juan Gabriel sufrió durante su adolescencia. Brito relata que, a los dieciséis años, el joven artista fue acusado de robar perfumes en Ciudad Juárez y detenido parcialmente por su amaneramiento, bajo el pretexto de “obstruir la labor de inspección”.

“A los 16, acusado de robar unos perfumes en Ciudad Juárez, y ese año, detenido solamente por su amaneramiento, según esto, por obstruir la labor de inspección…”, señaló Brito en el documental.

La dificil infancia de Juan Gabriel

El periodista también profundiza en la difícil infancia de Juan Gabriel, marcada por la ausencia de apoyo familiar y la falta de un hogar estable. 

“Si tú ves su declaración se puede apreciar la difícil y solitaria infancia que tuvo, sin ninguna orientación ni apoyo familiar, ya que no tenía un hogar bien integrado. A los 13 años se vio en la necesidad de trabajar de mozo en casa de un sacerdote, el cual abusó sexualmente de él”, reveló Brito.

El documental recorre la trayectoria de Juan Gabriel desde sus primeros años en Parácuaro, Michoacán, donde nació el 7 de enero de 1950, hasta su consagración como uno de los compositores más influyentes de la música mexicana. Tras migrar con su madre y hermanos a Ciudad Juárez, Alberto enfrentó condiciones adversas que lo obligaron a trabajar desde muy joven, alternando empleos manuales con presentaciones nocturnas en bares, donde utilizaba distintos nombres artísticos para mantenerse económicamente.

Su talento comenzó a aflorar en la Escuela Laica de Mejoramiento Social para Menores, donde bajo la tutela de educadores como Micaela Alvarado y la guía de don Juan Contreras, compuso su primer tema, La muerte del palomo, antes de cumplir catorce años. A finales de los años sesenta, se trasladó a la Ciudad de México en busca de oportunidades, enfrentando rechazo, precariedad y una breve estancia en prisión.

Fue precisamente en la cárcel de Lecumberri donde su destino dio un giro. Allí conoció a “La Prieta” Linda, quien reconoció su talento y presionó para que obtuviera su libertad. Tras salir de prisión, Linda lo presentó a RCA Víctor, lo que marcó el inicio de su carrera profesional y de una leyenda musical que trascendería generaciones.

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