La noche paulista quedó teñida de amarillo y ritmo latino cuando Karol G tomó el centro del Arena Corinthians durante el descanso del partido entre los Kansas City Chiefs y los Los Angeles Chargers. Sobre un escenario efímero y sorpresivo, la cantante colombiana convirtió el breve intermedio en una fiesta de color y folclore, aprovechando su debut en los espectáculos de medio tiempo de la NFL para presentar su último álbum, Tropicoqueta, estrenado en junio.

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El espectáculo arrancó con una imagen potente: las luces se apagaron, un reflector iluminó una gran flor amarilla en el césped y de ella emergió la artista, vestida de dorado y con un top decorado con piñas. Esa primera escena marcó la tónica de la puesta en escena: estética floral, brillo y referencias directas a la nueva producción discográfica. 

En su repertorio mezcló temas de corte urbano y ritmos brasileños; abrió con “Bandida Entrenada”, un tema en portugués que fusiona reguetón y funk en un guiño explícito al público local, y continuó con éxitos que conectan con audiencias globales, como “Si antes te hubiera conocido” y “Un Gatito Me Llamó”.

El clima frío y la ligera garúa no frenaron la energía sobre la pasarela improvisada: Karol G desplegó una coreografía con un numeroso cuerpo de bailarines ataviados en amarillo, agitando porras doradas y contagiando un aire carnavalesco. La celebración desde fuera del estadio se acompañó de un espectáculo pirotécnico que se encendió durante “Un Gatito Me Llamó” y volvió a explotar en colores al cierre del breve show. 

Antes de desaparecer entre una cortina de humo —que permaneció en el campo hasta que se reanudó el partido— la cantante saludó al estadio repleto, dejando claro que el formato del medio tiempo le permitió combinar promoción musical con experiencia escénica.

¿Cómo mezcló Karol G sus raíces latinas con la puesta en escena de la NFL?

La respuesta estuvo en los arreglos, la coreografía y la imagen: su show fue un compendio visual y sonoro que buscó traducir la diversidad de su álbum Tropicoqueta en convivencia con la espectacularidad de un evento deportivo. 

La estética floral y los trajes se alinearon con la identidad del disco, que incorpora elementos de géneros como reguetón, merengue, bachata, cumbia, vallenato y mariachi. Esa mezcla estilística se percibió tanto en la instrumentación como en las transiciones entre temas, así como en la intención de conquistar a un público que, aunque abrió la noche por el fútbol americano, terminó bailando ritmos latinos.

El show en São Paulo no solo fue una presentación musical; funcionó como una pequeña declaración cultural en un contexto deportivo. Fue, además, la segunda vez que la NFL organiza un partido oficial en Sudamérica, y la elección de Karol G como cabeza del intermedio dejó ver la apuesta por artistas latinos con proyección masiva. 

El espectáculo, breve pero cargado de símbolos, promovió el nuevo disco sin perder la contundencia del directo: fuegos artificiales, samba y una puesta en escena que recortó la línea entre concierto y show de medio tiempo.

Al concluir, Karol G desapareció entre humo mientras el estadio retomaba el partido, pero la sensación quedó clara: su performance dejó una impronta de latinidad en una velada deportiva y subrayó la creciente sinergia entre la música latina y eventos globales como la NFL.

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