“Si eres de los que dicen: 'Me encanta Pink Floyd, pero no soporto la política de Roger', harías bien en irte a la m...”, fue la frase proyectada que dio inicio al concierto en Quito de Roger Waters, el bajista y cofundador del icónico grupo de rock al que hizo alusión en su 'bienvenida' al show.

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El espectáculo tuvo lugar en el Estadio Olímpico Atahualpa la noche del sábado 9 de diciembre, en el que con 400 metros cuadrados de enormes pantallas montadas en el escenario, el artista de 80 años insinuó sus intenciones de proyectar mensajes políticos, repitiendo lo que había hecho en conciertos anteriores en países como Perú y Colombia.

A lo largo de su actuación, el cantante británico proyectó en aquellas televisiones gigantes mensajes dirigidos a la empresa Chevron, con frases como "Contaminaste la tierra de esta gente", junto con anuncios de apoyo a Julian Assange, solidaridad con las víctimas del paro nacional de 2022 y la expresión de "resistencia" frente a la guerra en Gaza y el capitalismo.

Aunque muchos recibieron favorablemente el concierto, en X, otros como @EmilioMiaw expresaron opiniones como: ‘Me encanta esa guerra contra el capitalismo, llenarse y forrarse de dólares en conciertos para privilegiados’, cuestionando el mensaje que el artista intentó transmitir en el evento.

En el transcurso del concierto, Waters rememoró su primera visita a Quito en noviembre de 2018, cuando respaldó al Frente de la Defensa de la Amazonía (FDA). También comentó sobre su experiencia al recorrer Lago Agrio, compartiendo así sus vivencias con un público de gustos diversos, en esta ocasión, por primera vez

Aunque muchos recibieron favorablemente el concierto, en X, otros como @EmilioMiaw expresaron opiniones como: "Me encanta esa guerra contra el capitalismo, llenarse y forrarse de dólares en conciertos para privilegiados", cuestionando el mensaje que el artista intentó transmitir en el evento.

“Todos tenemos una lucha detrás, y cumplirla a través de la música está muy bien”, comentó Natalia Loor, quien fue una de las casi 30.000 almas que ‘rockearon’ junto con Waters en una velada llena de activismo, pirotecnia, luces, e incluso un borrego inflable que flotó sobre el estadio, interpretado por muchos como un mensaje vinculado directamente a la política ecuatoriana.

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