Por años, Elena Maraga fue una respetada profesora en una escuela infantil en Italia. Con vocación por la enseñanza y una vida privada que creía celosamente separada de su entorno laboral, jamás imaginó que su presencia en una plataforma de contenido para adultos terminaría costándole su carrera y exponiéndola a una tormenta mediática.

Todo cambió cuando uno de los padres de familia, según la versión de Maraga, accedió a su perfil de OnlyFans. Lejos de guardar la discreción, compartió las imágenes privadas en un grupo de WhatsApp donde se reunían padres vinculados al equipo de fútbol infantil del colegio. “Todo empezó con un padre que me encontró en OnlyFans y luego difundió mis fotos. Su esposa lo contó al colegio”, relató Maraga en un video que publicó semanas después del escándalo. “Nunca hice publicidad de esa cuenta. Era mi espacio privado”.

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Lo que siguió fue una reacción inmediata del centro escolar: la institución rescindió su contrato, argumentando una “desviación de los principios éticos” que el colegio promueve. Para Maraga, sin embargo, no fue más que un acto de hipocresía social y una muestra clara de discriminación. “También pagaron para verme”, señaló en su video, aludiendo a los padres que consumieron su contenido antes de denunciarla. “¿Entonces quién es el inmoral?”.

Elena Maraga llevó su caso ante las autoridades

Lejos de quedarse de brazos cruzados, Elena Maraga decidió responder desde lo legal. Acompañada por su abogado, Marco De Boni, presentó una denuncia ante la Fiscalía. Aunque no está dirigida a una persona concreta, la demanda señala hechos que, según su defensa, constituyen delitos como difamación y vulneración de la privacidad. “La Fiscalía determinará quiénes son los responsables”, explicó De Boni a medios italianos.

Además, Maraga inició acciones legales contra tres usuarios que, según afirma, publicaron comentarios ofensivos y denigrantes en internet. Las denuncias fueron presentadas por separado y buscan sentar un precedente sobre los límites del discurso digital. “Opinar es válido, pero hay fronteras que no deben cruzarse”, declaró Fabrizio Dumas, portavoz del sindicato Cub, que ha mostrado apoyo a la exmaestra.

Por otra parte, Maraga ha impugnado oficialmente su despido y reclama una indemnización por considerarlo improcedente.

Una nueva etapa en su vida

Mientras el proceso legal avanza, Elena ha comenzado una nueva etapa profesional. Fundó su propia empresa, Elemara Srls, con la que ya ha empezado a cerrar contratos con agencias y organizadores de eventos. Su primera aparición pública tuvo lugar en el bar topless. 

Por ahora, Elena Maraga ha dejado atrás los cuadernos y las aulas, y ha decidido mantener una voz firme en defensa de su dignidad y su libertad de elección. Su caso, aún en curso, podría marcar un antes y un después en la conversación sobre derechos digitales, privacidad y moral pública.

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