El Ejército israelí lanzó en la noche del lunes 15 de septiembre una serie de intensos ataques aéreos sobre la Ciudad de Gaza, acompañados por la entrada de tanques y tropas en lo que denomina la “fase inicial” de su ofensiva terrestre. Fuentes militares confirmaron que tres divisiones han penetrado hacia el centro de la capital gazatí, considerada por Israel el “principal bastión” de Hamás.

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Las fuerzas israelíes están empleando helicópteros, drones y vehículos robotizados con explosivos, mientras consolidan posiciones en el noroeste de la urbe. Testimonios locales hablan de un avance lento, marcado por incursiones y retrocesos, mientras la población intenta huir en caravanas hacia el sur por la carretera costera.

Una ciudad sitiada y en ruinas

La Ciudad de Gaza, que albergaba cerca de un millón de personas a mediados de agosto, ha quedado prácticamente destruida. Más del 85 % de los edificios han sido reducidos a escombros tras semanas de bombardeos que han derribado torres residenciales, escuelas y hospitales. Antes del inicio de la ofensiva terrestre, Israel demolió la torre Ghafri, de 18 pisos, una de las últimas estructuras altas que seguía en pie.

Las autoridades israelíes declararon toda la capital como “zona de combate peligrosa” y ordenaron el desplazamiento de sus habitantes hacia Jan Yunis, en el sur de la Franja. Sin embargo, esa zona ya se encuentra saturada de desplazados. Se estima que unas 650.000 personas permanecen atrapadas en la ciudad bajo asedio.

El costo humano: casi 65.000 muertos

Los ataques israelíes han dejado al menos 59 muertos en las últimas 24 horas, según el Ministerio de Salud gazatí, que advierte sobre cientos de cuerpos aún bajo los escombros. Zaher Al Waheidi, responsable del recuento de víctimas, describió la última noche como “muy violenta, llena de bombardeos”.

Desde el inicio de la ofensiva israelí en octubre de 2023, la cifra de fallecidos asciende a 64.964 personas, en su mayoría mujeres y niños. Los heridos suman 165.312. Se espera que el número de víctimas supere los 65.000 en cuestión de horas, mientras organizaciones humanitarias como Médicos Sin Fronteras alertan de un “escenario espeluznante” para la población civil.

Preocupación por los rehenes y tensiones políticas

En paralelo a la ofensiva, los familiares de los rehenes israelíes retenidos por Hamás se han concentrado frente a la residencia del primer ministro Benjamin Netanyahu en Jerusalén. Acusan al gobierno de poner en riesgo la vida de sus seres queridos con la intensificación de la guerra y exigen su liberación inmediata.

Hamás ha responsabilizado directamente a Netanyahu de la seguridad de los cautivos, mientras advierte que la ofensiva podría costarles la vida. En este contexto, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, publicó en redes sociales: “Gaza está en llamas. No cederemos hasta que la misión se complete”.

La ONU habla de genocidio

La escalada militar coincide con la publicación de un informe de la Comisión Internacional Investigadora de la ONU, que concluyó que Israel está cometiendo genocidio en Gaza.

La presidenta del comité, Navi Pillay, señaló que las fuerzas israelíes han incurrido en cuatro de los cinco actos genocidas tipificados en el derecho internacional, entre ellos el asesinato masivo y la imposición deliberada de condiciones de vida destinadas a destruir al grupo palestino.

La Autoridad Nacional Palestina pidió una intervención internacional “urgente” para evitar que Gaza se convierta en “una fosa común”. Mientras tanto, las condenas internacionales aumentan, incluso desde Egipto, cuyo presidente calificó a Israel de “enemigo” por primera vez desde la firma de la paz en 1979.

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