Ya ni asombro causa, pero sí mucha molestia, que el ataque de sicarios se extienda a sitios como los hospitales y centros médicos, donde lo que se busca preservar es, precisamente, la vida de quienes están ahí.

A raíz del violento ataque armado en un hospital de Chone, en Manabí, se creó un plan de seguridad al que se denominó Código Plata. Incluso se realizó un simulacro en el Hospital General de Durán. Hasta allí todo bonito.

Pero luego vino el intento de asesinato a un paciente en una clínica y ahora el crimen de un hombre en un hospital público, ambos casos en Guayaquil, demostrando que estos espacios siguen siendo inseguros y franqueables para la delincuencia organizada.

Mientras los familiares claman a veces al menos que los dejen ver a los suyos, los pillos entran a matar sin reparo alguno. ¿Y dónde está el control de la seguridad? ¿Quién y cómo se elige a los guardias para evitar que estos no sean parte de los mismos delincuentes? El Ministerio de Gobierno debe tomar acciones de inmediato.