Opinión
Cartas al director: el derecho y el deber de vivir mejor
“Soñar no cuesta nada”. Cómo quisiera despertarme un día y creer con alegría que todos tienen trabajo, que ese trabajo es de su agrado, que el trabajador tenga un sueldo digno y capacitación permanente para ser mejores cada día.
“Soñar no cuesta nada”. Cómo quisiera despertarme un día y creer con alegría que todos tienen trabajo, que ese trabajo es de su agrado, que el trabajador tenga un sueldo digno y capacitación permanente para ser mejores cada día. Repito: “soñar no cuesta nada”. Por eso debemos aspirar, conformar un gobierno de todos, para todos, con todos, y junto a todos, lo cual garantizaría el acceso a la educación, salud, seguridad y, por supuesto, estabilidad en el trabajo.
En mis sueños veo que todos los movimientos y partidos contrarios al Gobierno de turno se unen sabiendo que es el único principio para lograr promover un nuevo régimen que mejore las condiciones que vivimos en el país; es decir, el derecho y deber de mejorar la realidad nacional tanto en sus bases o estructuras, como en su superestructura.
Puede ser que alguien se moleste con mi opinión, pero tenemos ejemplos en América Latina y el mundo de que la única forma de vencer al enemigo transitorio es levantando la bandera de la unidad, porque la unidad hace la fuerza. “El pueblo unido jamás será vencido”. Solo unidos venceremos y recordando que no todo lo justo es real, ni todo lo real es justo; busquemos una nueva justicia, una nueva legislación. En definitiva, una nueva democracia.
Este mensaje fue el que sembró monseñor Leonidas Proaño, siempre recordado obispo de Riobamba. Y por eso cuando la democracia esté enferma, como puede ser lo que ocurre últimamente en nuestro país, la única salida es ampliar la democracia hacia lo máximo, proyectándola hacia el infinito.
Lic. Ricardo Ordóñez Jaramillo.