Columnas: ¿La pena de muerte?

Concluidas ya las elecciones y al prepararnos para la segunda y definitiva vuelta, ahora solo entre dos opciones y no entre ocho, nos viene a la memoria, no siempre ingrata, la personalidad y propuestas de los presidenciales que, como no podía ser de otra manera, no solamente ofrecían el oro y el moro a los votantes, sino que también planteaban ciertos cambios en la vida política y administrativa de nuestro país.

De entre todas estas propuestas llamó la atención que el más joven de los candidatos, de nombre ruso y apellido manabita, Iván Espinel, propusiera la implantación de la pena de muerte en el Ecuador. Es decir, usar el paredón, la horca, el veneno o la silla eléctrica para castigar a los infractores de la ley que merecieran la pena máxima, que ahora anda entre nosotros por más de treinta años de cárcel.

Es decir que mientras en el resto del mundo la tendencia en materia penal busca acabar con esta forma de castigo tan letal, no faltó quien, tal vez emulando los ejemplos garcianos (del siglo decimonónico) o, en la actualidad, con la actitud del presidente filipino que promete, incluso, matar personalmente a narcotraficantes y a consumidores de droga (dicen que ya lleva más de dos mil ‘ejecutados’), se trataba de que los ecuatorianos seamos la excepción y volvamos a la época del cadalso.

Y bueno, como decía mi abuela, “cada loco con su tema”. Y como hay libertad de expresión, pues todo puede proponerse... (FCV)