Opinión
Columnas: El reparto del botín
Con indignación hemos conocido las peticiones de algunos jueces y abogados que exigían del gobierno anterior, en pago de silencio, fallos o “favores”, puestos diplomáticos y cargos de alta envergadura.
Con indignación hemos conocido las peticiones de algunos jueces y abogados que exigían del gobierno anterior, en pago de silencio, fallos o “favores”, puestos diplomáticos y cargos de alta envergadura, que fueron recibidos por los obsecuentes servidores judiciales y de la Corte Constitucional, sus familiares o amigos.
Esta ha sido una constante forma de repartirse el país. Parte del botín son las aduanas, los hospitales, el IESS, el BIESS, Cortes, juzgados, Ministerios, minas, hidroeléctricas, carreteras, etc. Y todos salen con las manos repletas, a costa de Juan Pueblo, para quien ya ni Paracetamol hay.
No hay medicinas ni educación, las escuelas del milenio y las hidroeléctricas no funcionan y los negociados siguen apareciendo. Lo peor es que todavía hay más del 27% que sigue creyendo en los encantadores de sirenas. Es difícil creer que este flagelo, esquilmador de riquezas y devorador de esperanzas y de futuro, llamado corrupción, sea tomado con indiferencia, cuando no como normal, por ciertos electores. Necesitaremos dos generaciones, para recuperar, con un trabajo sostenido, una sociedad con moral, que respete a sus miembros y que conforme un solo frente anticorrupción, contra la inseguridad, drogadicción, violencia, enfermos sin atención y estudiantes sin destino.
Basta de seguir a liderzuelos. Basta de permitir que se repartan la Patria como un vulgar botín.