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Opinión
Columnas: La regeneración humana e imágenes
Las imágenes no necesitan palabras ni imaginación. Comunican solas, porque cuando son bien captadas desnudan una realidad.
Las imágenes no necesitan palabras ni imaginación. Comunican solas, porque cuando son bien captadas desnudan una realidad.
A veces trágica, a ratos cruel, y, en otras, como las que son objeto de este comentario, nos devuelven el rostro alegre de una ciudad que avanza a pasos agigantados, dejando solo al recuerdo de la memoria colectiva la tarea de hacer comparaciones entre un antes y un maravilloso después.
Nos referimos al magnífico compendio de fotografías que ha recogido la transformación de Guayaquil, desde el 2000, en que el alcalde Jaime Nebot emprendió la regeneración urbana, en forma inteligente y planificada.
Ya no es más el caos con el que la urbe crecía, sin brújula que marque su destino.
Son 16 años de historia gráfica, un trabajo minucioso y artístico que permite admirar el gran cambio del paisaje urbano, con amplias áreas de esparcimiento dedicadas al ciudadano, como los malecones, museos, parques, juegos de agua, grandes edificios, monumentos, Las Peñas, La Perla, el aeropuerto, y más servicios, que hacen sentir a propios y extraños que Guayaquil los acoge con amor.
Felicitaciones y agradecimiento al burgomaestre guayaquileño Jaime Nebot Saadi, no solo por la regeneración acometida en forma desafiante, sino por su apoyo a los autores de la obra interesante, los fotógrafos Carlos Julio, José Manuel y Carlos Andrés González, para quienes van nuestras gracias y sinceros aplausos.