Desde la redacción: Presidente, le tomamos la palabra

Llegó el nuevo gobierno y con él la expectativa por conocer los cambios que podrían darse en su relación con los medios. Lenín Moreno ha dicho que respetará la libertad de expresión, ya que “el periodista debe exigir justicia, no venganza”. Además de tomarle la palabra al mandatario, es necesario hacer algunas puntualizaciones sobre la necesidad urgente de revisar la Ley de Comunicación, cuyo espíritu sancionador ha tratado de convertir al oficio en un instrumento de propaganda política. Nadie en su sano juicio puede oponerse a que la noticia debe ser verificada y contrastada antes de ser publicada, así como tampoco al hecho de que los reporteros deben percibir una justa remuneración por sus servicios. El problema medular ha sido la forma en que la Supercom ha usado la ley, llena de subjetividades y trampas que terminan perjudicando al ciudadano en su derecho a estar informado y favoreciendo a la impunidad en las altas esferas públicas. Cuestiones como el morbo, la interculturalidad, el linchamiento mediático, las rectificaciones impuestas desde el poder, entre otras perlas, la convirtieron en un arma discrecional usada para fastidiar la línea editorial de los medios que no son de su agrado, con criterios moralistas respetables, pero inútiles a la hora de administrar justicia. No se pueden dictar normas deontológicas unilaterales para proteger al corrupto, sino para mejorar la profesión. Tampoco se justifica el pago de multas onerosas por cuestiones que se deben corregir a través del diálogo. Y, por último, tampoco es correcto violar la Constitución creando tribunales de excepción para acosar a los trabajadores de la comunicación. Así, no habrá medio que aguante.