Amor al terruño y el guayaquileñismo

Guayaquil puede ser comprendida desde varias perspectivas. La más común: entenderla como la capital económica del país. Para otros: cuna y sede de las libertades y del civismo. Otros, propondrán diversas perspectivas. Es decir, como sociedad tiene fortalezas y debilidades. En el primer caso sigue siendo el lugar preferencial de los emprendedores y ciudadanos con múltiples actividades económicas, que han creado, forjado y desarrollado ese destino.

Sin embargo, también tiene un conjunto de debilidades que históricamente no ha podido superar. Sigue creciendo sin planificación y con poco orden. Los asentamientos regulares predominan. Pero sobre todo, aún no logra que sus élites económicas y sociopolíticas asuman un compromiso a fondo con ella.

También hay otros sectores sociales que aún no consiguen constituirse en una ciudadanía activa, propositiva, que sea capaz de consolidar y mejorar una línea de cambio y de progreso.

Por eso la tarea central de hoy, en vísperas de la celebración de un año más de su fundación, es que sus autoridades, élites y organizaciones de diversos órdenes, así como la pluralidad de sectores sociales que la componen, emprendan en la tarea de constituirse en efectivos ciudadanos. Es el desafío de sus integrantes.