Opinión
El Grito del Diez
Los criollos estaban contra el estatus que se mantenía en la Real Audiencia de Quito y, más aún, se deseaba un gobierno independiente y republicano. Ya antes se evidenció el justo malestar con la llamada Revolución de las Alcabalas. Una élite de ese disgusto conspiraba para declarar la independencia, y reunidos en la noche del 9 de agosto resolvieron deponer al presidente de la Audiencia, Conde Ruiz de Castilla.
Consideraron que como primera actividad pública se disfrazara la gesta independentista con un falso respaldo a Fernando Séptimo, depuesto y detenido por las tropas napoleónicas.
Todo presagiaba que el movimiento tendría éxito. No fue así, pues se repuso en su cargo al presidente de la Audiencia y a pesar de las promesas de que no habrían perseguidos por esos hechos, se dispuso la prisión de los patriotas. Un año después, el 2 de agosto, se cometió un crimen horrendo masacrando a los patriotas y decapitando a los dirigentes independentistas.
El 10 de Agosto es el grito libertario que no pudo mantenerse y el 2 de agosto del año siguiente es el martirio de los patriotas, pero se iba acrecentando el deseo libertario que fue conseguido en la Batalla de Pichincha el 24 de Mayo de 1822.