Editorial: 19 días de indolencia y abandono
En Quito se vivió el funeral más triste desde la pandemia. Dos mujeres fueron las únicas que lloraban frente a un ataúd que llevaba el cadáver descompuesto de un chico al que decían Tontón, en San Roque.
Su cuerpo estuvo pudriéndose durante 19 días en el interior de una casa abandonada por falta de dinero para enterrarlo. Pero también por la falta de humanidad de las autoridades, que ni siquiera se asomaron durante ese tiempo.
La gente llamó para pedir que alguien se apiadara y resolviera esa situación que se convirtió en un problema de salud pública. Y nada. La ‘pelotita’ pasó de un lado a otro hasta que una fundación funeraria hizo lo que debían hacer los que dicen velar por nosotros.
Al final, Tontón se fue ante el abandono de las autoridades. Solamente las lágrimas de su madre y hermana lo acompañaron a la tumba que, además, fue donada. ¡Qué indolencia!