Editorial

Lluvias destrozan las carreteras

Todos nos sentíamos satisfechos con la nueva red vial construida por el gobierno nacional con los dineros del pueblo ecuatoriano, algunas carreteras con endeudamiento que se tiene que pagar tarde o temprano, de acuerdo con los respectivos contratos.
Pero el hecho actual es que en por lo menos 10 provincias se constata cómo algunas carreteras han cedido a la violencia invernal, que, siendo grave, no es propiamente el fenómeno de El Niño, cuyas consecuencias serían peores aún y los problemas ingentemente mayores.
Ante la perspectiva que se vive hay que preguntarse si el temporal tan estricto de las lluvias no será un anticipo del temido fenómeno.
Sin embargo, organismos nacionales e internacionales que monitorean sus incidencias aseguran que se ha debilitado y que, seguramente, no traerá las graves consecuencias que se temían.
Esperamos que los estudios de esos organismos estén acertados y que, luego del intenso invierno, volvamos a la normalidad; porque también se habla del fenómeno de La Niña, que se caracteriza por la sequía, como la que azota al norte de Colombia y de Venezuela.

Panorama por demás pesimista

SI BIEN EN las esferas oficiales no se quiere reconocer la  crisis que vivimos  los ecuatorianos, los fríos números confirman que estamos en época de vacas flacas. Lo más preocupante es que, según los entendidos en la materia, las cosas no tienden a mejorarse sino todo lo contrario, conforme avanzamos al fin del primer semestre.
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COMO ES LO lógico, si comerciantes e industriales venden menos, también pagan menos impuestos, como se evidenció con el IVA o Impuesto al Valor Agregado, que en el año 2015 significó un ingreso 24 % menor al del 2014. Algo parecido ocurrió con el Impuesto a la Renta, que en el 2015 recaudó menos del 27 % que en el 2014. Así mismo el ISD o Impuesto a la Salida de Divisas tuvo ingresos inferiores a años anteriores, y la tendencia se  agudiza en el 2016, siendo duros golpes al Erario nacional. Debe ser por eso que se están aplicando nuevos impuestos que, por más argumentos manipulados, significan un encarecimiento de la vida para el ecuatoriano promedio, mientras crece el desempleo; y las ventas, por todos lados, siguen a la baja.
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PERO NADA SE hace por reducir la frondosa burocracia, mientras se multiplican los costosos viajes oficiales al exterior. Poco se hace por  atraer a la inversión extranjera; en cambio a nuestros vecinos, Colombia y Perú, les llega el capital foráneo por miles de millones de dólares. ¿A dónde vamos a dar? Esa es la gran pregunta en la actualidad.

Por Nicolás Ulloa