Opinión
Editorial
Deudas y reactivación
Varios organismos oficiales de carácter económico y financiero han anunciado las medidas a tomarse para prestar ayuda a los damnificados que tienen créditos pendientes con ellos.
Las medidas básicamente se contraen a otorgar a los deudores nuevos plazos y hasta cierta reducción de intereses. Las medidas están bien, pero son insuficientes, pues los deudores damnificados han perdido sus bienes y sus medios de trabajo. Si esto es así, estas medidas no alcanzarán tanto para satisfacer las deudas, como para reactivar las economías duramente golpeadas de centenares de ciudadanos de varias localidades de la costa norte del país.
Las medidas se debieran complementar con créditos, especialmente para capital de trabajo, ya que es mucho lo que han perdido los damnificados, quienes necesitan dinero fresco para la reconstrucción de sus locales, especialmente en algunas industrias, en varios comercios y no solo en los locales, pues han perdido también insumos y mercancías que deben reponer; y no podrán lograrlo si no tienen nuevos créditos que deberían entregarse en condiciones especiales en cuanto a intereses y plazos.
Con “nuestros mejores amigos”
Se ha ratificado como auténtica, tras el siniestro que afectó en este mes a la región costanera ecuatoriana, sobre todo a la provincia de los manabas, la vieja frase que nos recuerda que “el perro es el mejor amigo del hombre”.
Y es que llegados algunos ejemplares caninos de varias partes del país y del extranjero para detectar a las personas que yacían aún con vida dentro de los escombros que dejó en varias ciudades litoralenses el terremoto, con una intensidad de 7.8 grados, muchas personas se salvaron, sin necesidad de aplicar lo de “milagrosamente”, ya que ello fue posible gracias al olfato de estos animales que ladran frente al peligro y que mueven la cola ante la presencia de los amos que los han adoptado como mascotas y que los protegen.
De los perros se puede hacer muchos elogios, sobre todo por su fidelidad, habiéndose dado casos realmente estremecedores de canes que atravesaron centenares de kilómetros en busca de sus queridos dueños o, como ocurrió en la destruida Portoviejo, el del pequeño ejemplar que no se movió de la puerta de la casa en donde había vivido, esperando la salida de sus patrones que, desgraciadamente, habían perecido aplastados.
Recuerdo así, para introducir la lírica en tema tan tierno y conmovedor, los versos de García Lorca: “Un horizonte de perros ladra muy lejos del río”. Y recordar la famosa frase: “Mientras más conozco al hombre, más quiero a mi perro...”.(FCV)