Editorial

Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro

Los griegos, padres del gran pensamiento filosófico que aún se irradia en las culturas del mundo, fueron los creadores también, bajo la idea de que lo intelectual debe estar siempre unido a la superación física, de las Olimpiadas que no solamente establece el poder atlético de sus participantes, sino que es una magnífica oportunidad para hermanar aún más a pueblos y naciones.

Hoy, en el país más grande y poderoso de Latinoamérica, Brasil, se inauguran los Juegos Olímpicos a los cuales concurren delegaciones pertenecientes a todas las naciones del mundo, en las más diferentes facetas atléticas. El Gobierno, con sede en Brasilia, ha hecho una enorme inversión económica en Río, y, sobre todo, ha ofrecido a los participantes y al inmenso público que se dará cita para acudir a las innumerables competencias, todas las seguridades del caso en un mundo invadido por un terrorismo demencial.

Se trata de un esfuerzo mayúsculo dada la recesión que sufre el país y con olimpiadas pasadas que se caracterizaron por su gran esplendor. Situación que, de seguro, será igualada o superada por el entusiasmo de los miles de atletas participantes.