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Opinión

Editorial: ¿El grillete es un galardón?

La colocación del grillete en el tobillo de una persona es, y ha sido siempre, un humillante estigma para un delincuente prontuario. Y es una manera, por demás visible, para identificar a alguien que ha quebrantado las leyes, y para humillarlo ante la comunidad por su mal proceder al no saber respetar las leyes vigentes.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, no han faltado las personas que, inexplicablemente, no tienen el menor reparo en mostrar el grillete que le han colocado en castigo público por haber quebrantado las leyes de la comunidad. Al contrario, como que quieren “sacar pecho” por haber recibido tal estigma...

Así, y en forma pública, el expresidente de la república Abdalá Bucaram no tiene nada de pena en enseñar el grillete que le impusieron, según él, por sus esforzados servicios a la patria.

Asimismo, importantes figuras del correato, como la exministra Duarte, parece que le dan poca importancia al grillete que les impusieron a los acusados de varios delitos durante la época de Correa, así como el fugitivo Fernando Alvarado, quien con todo descaro se lo quitó y huyó a Venezuela, donde están sus amigos seguidores de Chávez.

Ahora, tanto la prefecta de Pichincha, Paola Pavón, como el alcalde de Quito, Jorge Yunda, andan muy orondos portando grilletes cada uno, y no precisamente por honrados, sino por vergonzosas acusaciones que no han podido desvirtuarse. ¡Cómo han cambiado los tiempos en nuestro país!