Editorial: ¡Justicia, al filo!
Amenazas, presiones y desprotección a un juez anticorrupción tras fallar en el caso Euro2024 exponen una crisis profunda de la justicia ecuatoriana
La justicia ecuatoriana vive uno de sus momentos más oscuros. Hoy, ser juez anticorrupción parece una sentencia de riesgo. El caso de Carlos Serrano Lucero lo desnuda todo: amenazas, presiones y un Estado que mira a otro lado. Tras fallar en un proceso por lavado de activos en el caso Euro2024, el magistrado dejó de despachar oficialmente. No por cobardía, sino porque le quitaron la poca seguridad que tenía.
Esto no es ficción ni exageración. La denuncia está firmada y apunta alto. Serrano aseguró que recibió insinuaciones para favorecer al procesado y que, tras negarse, fue desprotegido. Lo más grave: según su versión, las presiones habrían venido del mismo Consejo de la Judicatura, llamado —en teoría— a blindar la independencia judicial.
El escándalo crece cuando se conoce que en la defensa del acusado participó la esposa del presidente del Consejo de la Judicatura. Un conflicto de intereses que indigna y deja una pregunta incómoda flotando en el aire: ¿quién protege a los jueces cuando el poder los abandona?
Ecuador ya vivió épocas en las que la justicia fue secuestrada por intereses oscuros. Volver a ese pantano sería imperdonable. La ciudadanía no puede callar. Exigir transparencia y decencia no es opcional. Porque cuando la justicia se dobla, el país entero se quiebra.