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Opinión
Editorial: Justicia limpia y sin mañosos
Sin una transformación profunda y estructural en nuestro sistema de justicia, Ecuador no progresará. La confianza en nuestras instituciones descansa en la habilidad del país para asegurar que aquellos encargados de administrar justicia lo hagan con imparcialidad y probidad.
Los ciudadanos merecen un sistema judicial que sea un pilar de la democracia, donde la justicia no se compre ni se venda, sino que se administre de manera equitativa y transparente.
La corrupción no es un problema aislado de jueces y fiscales. Los abogados en libre ejercicio profesional también tienen responsabilidad, porque algunos han sido cómplices -de manera activa o pasiva- en prácticas corruptas que han debilitado el sistema judicial. Es el momento de que este gremio haga un examen de conciencia, pues la complicidad y la omisión son formas de corrupción que deben ser erradicadas con la misma vehemencia que la corrupción activa.
La colaboración entre abogados, jueces, fiscales y la sociedad en su conjunto es fundamental para levantar un sistema judicial sólido que infunda confianza y respeto. Solo mediante esta cooperación podemos aspirar a un Ecuador en el cual la administración de justicia constituya genuinamente el cimiento de la paz social y el desarrollo sostenible.