La carita muy sucia. Eso es lo que demuestra por estos días Quito, donde la basura se apila en las calles y las aceras, se coloca sobre los hidrantes y junto a los postes y, en el mejor de los casos para evitar esa acumulación, uno que otro vecino la cuelga como ‘adorno maloliente’ en sus ventanas a la espera del recolector. Todo un panorama de suciedad que afea a la capital.
Buscar culpables es lo más fácil siempre, pero lo cierto es que aquí los responsables son todos. Emaseo, que admite la necesidad de organizar bien las rutas y frecuencias de recolección; la ciudadanía, que saca los desperdicios a cualquier hora; los chamberitos... Es hora de que entre todos se limpie a la Carita de Dios.