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Opinión

Editorial: Vendedores informales

La vieja y querida Bahía guayaquileña, en los últimos tiempos ha sido escenario de peleas entre municipales y comerciantes informales. Es común encontrar letreros en las aceras de esta populosa zona comercial indicando que está prohibida la presencia de vendedores en las aceras de esta zona céntrica. Los comerciantes formales se sienten perjudicados ante estos negocios, ya que por lo general venden productos a menor precio y se les llevan sus clientes.

Con los controles de los metropolitanos, los informales han tenido que moverse hacia otros sitios para poder vender sus artículos. A algunos de ellos se los puede encontrar en el sur de la ciudad, los Guasmos o Prosperina, y en el norte en la Alborada o Sauces. Para algunos la presencia de estos vendedores es positiva, ya que pueden encontrar a su alcance productos de menor precio, pero al mismo tiempo esto también genera desorden, volviendo estas calles intransitables por la gran cantidad de gente que se aglomera en la zona.

En la Bahía ya ‘no hay cama’ para tanta gente, y si no ordenan o formalizan sus negocios simplemente se van, esa es la consigna. Es verdad que todos necesitan ganar sus monedas diarias para llevar el pan a sus hogares, pero no se puede vivir en el caos. El centro de Guayaquil en sí ya es bastante transitado y a veces hasta caótico, y el desorden de los informales suele empeorar más las cosas, sobre todo en estos meses del año con motivo de las fiestas navideñas, donde el comercio se mueve más.