Editorial: Ciertos “malos” policías nacionales

Sin duda, El Ministerio del Interior ha llevado a cabo una loable labor en la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico, lo cual se hace evidente con la cantidad de bandas desarticuladas y apresadas y el alto tonelaje de drogas capturadas. Y le ha correspondido a la Policía Nacional el cumplimiento de esta incansable y tecnificada labor, que ha dado tan buenos resultados en su misión de proteger a la sociedad.

Sin embargo, es de lamentar que junto a la mayoría de agentes policiales, oficiales y tropa, dedicados con mística a su labor cotidiana en todos los sectores de la nación, también se han dado unos lamentables “lunares”, que es como se debe calificar a los malos servidores públicos que, valiéndose del uniforme, se dedican precisamente a lo que deberían combatir. O sea, que se suman a la delincuencia como cómplices y encubridores y, a veces, hasta como parte de las bandas de maleantes, a las cuales tienen la obligación de combatir.

Así, hemos conocido que estos malos agentes han estado involucrados en el tráfico de drogas, en robos y en torturas. E, incluso, parece que algunos guías penitenciarios se prestan a introducir sustancias prohibidas en recintos carcelarios.