Nuevamente las carreteras del país se han teñido de sangre con el lamentable saldo de víctimas sin que autoridad alguna pueda detener estos trágicos accidentes que enlutan al Ecuador.

Esta vez, en el mismo día, el lunes anterior, ocurrieron tres accidentes seguidos y, lo que es aún más preocupante, están involucrados en esas tragedias buses que cumplían el servicio de transporte interprovincial de pasajeros.

Toda esta grave situación tiene lugar precisamente pocos días antes de que la colectividad nacional, como en el resto del mundo, celebre las fiestas navideñas que deben ser motivo de alegría, unión y de los mejores augurios.

El que sean unos grandes vehículos llenos de pasajeros los afectados por los choques y volcamientos (pocos días antes en la Sierra un bus se precipitó a una profundidad de centenares de metros dejando un alto saldo de víctimas mortales) puede llevarnos a la conclusión de que no se entrega el manejo de estas unidades a profesionales del volante que no jueguen con la vida de los usuarios por circular a exceso de velocidad como si compitieran en una carrera automovilística.

Es necesario que las autoridades de tránsito analicen a fondo esta situación y apliquen necesarias medidas para frenar este tipo de tragedias.